Radioteca ya no recibe más audios. Los audios existentes permanecerán en línea.

[Leer aviso]

Por falta de fondos, desde junio de 2020, este portal de intercambios se encuentra congelado. Ha sido imposible mantener activo el sitio que ha crecido constantemente desde que se abrió en 2006. Queremos agradecer a quienes, de una u otra forma, apoyaron esta iniciativa de Radialistas Apasionadas y Apasionados: la oficina de UNESCO en Quito por aportar el empujón inicial; a CAFOD por confiar siempre en nuestras iniciativas; a HIVOS y la DW-Akademie por sus apoyos para ir mejorando la web y mantener el servidor; a Código Sur por sostener técnicamente Radioteca la mayoría del tiempo que estuvo activa; a Roberto Soto por su solidaridad técnica en estos últimos años; y la Red de Radios Comunitarias y Software Libre que, junto a Guifi.net, permiten que esta versión final de Radioteca siga en línea y no se pierdan nunca los audios que muchas radios nos confiaron a lo largo de 14 años.

Recomendamos Archive.org para guardar tus audios online.

EDITORIAL EL CLUB DE LA PLUMA 27-9-2015
EDITORIAL EL CLUB DE LA PLUMA 27-9-2015
Descripción:

EDITORIAL “MUCHOS 43 PORQUÉ REDOBLAR LAS LUCHAS…” EL CLUB DE LA PLUMA 27-9-2015 Hacer memoria, referirnos a las manchas que nos quedan como comunidad continental, sin tomar en cuenta el primer momento en que se produce el mayor genocidio que se conozca en la historia, es negar no sólo lo ocurrido sino también la comprensión del origen de un mal que aún no podemos sanar. Según los registros que se han difundido, el 12 de octubre de 1492 da comienza la mayor matanza y esclavización del Continente Americano y el Caribe, junto con la más grande expoliación de riquezas. Estudios realizados consignan que, para el año de la invasión colonizadora, depredadora y genocida, había en el Continente Suramericano más de seis millones y medio de indígenas, cerca de trece millones y medio en toda América. Las muertes en el Caribe y Sudamérica rondan en los veinticuatro millones “…sin contar los muchos millares exterminados en Quito, en el reino de Granada, en Popayán, Xalisco, costa de Santa Marta, etc. y los muertos después de esos 14 años en Nicaragua, de los 20 en Honduras y los 12 en Méjico…” (1) De ahí en más, una larga sucesión de violaciones a los derechos humanos, con todas sus variantes, sembraron de dolor, muerte y tantos silencios impuestos para que no se recuerden. Prácticamente no existen días en que una violación o asesinato no se cometan, y nos atraviesan infinidad de dolores imposibles de contener en algunas pocas líneas. No obstante, intentaremos rescatar de la memoria oculta, aquellos hechos que, a pesar de la invisibilidad y la tergiversación, conforman marcas indelebles en nuestra identidad como pueblo. En el recorrido que pretendemos transitar, tal vez resuenen algunos nombres, algunas fechas, otros de seguro conforman la larga lista de convenientes olvidos, por la escritura de una historia manipulada, tergiversada de manera caprichosa para beneficiar, tal vez, inconfesables intereses. No obstante, a medida que el tiempo transcurre, los velos se van descorriendo, y podemos re-construir un mapa integral de la historia continental, con todas sus victorias, todas sus conquistas y también con todas sus heridas. Un pueblo que no ejercita la memoria, que no rescata de intencionados e impuestos olvidos todo lo que lo ha atravesado, difícilmente pueda fortalecer la cosa identitaria que le da sustento y motivo. Nuestros pueblos no pueden continuar negando, en el mejor de los casos, todo lo que nos ha sucedido. La negación es sinónimo de complicidad, porque con nuestro negar, que contribuye el ocultar, repetimos cada acción criminal contra nosotros mismos. Negamos nuestras raíces, perdemos identidad y permanecemos en el limbo de la apatía. Repasaremos en forma muy breve las marcas que han quedado en nuestra historia, muchas de ellas sin sanar, sin justicia, padeciendo el desconocimiento, el olvido y la impunidad. La Masacre de Las Caucherías Nos referimos a las muertes de más de 30.000 indígenas acontecidas alrededor del año 1902, a manos de las empresas caucheras, en la zona del Putumayo colombiano. Esta masacre está considerada la más importante entre las comunidades indígenas, después de las perpetradas por los españoles y los portugueses durante la colonia. “…Para entender ese proceso hay que hacer mención a la Casa Arana, principal empresa cauchera, propiedad del empresario peruano Julio Cesar Arana. La fiebre del caucho de finales del siglo XIX se había extendido hasta el alto amazonas, estableciendo barracones, depósitos o colonias en las riberas del río Putumayo. (---) La labor a la cual fueron destinados los indios consistía en internarse en la selva y con sus cuchillos rayar los arboles del caucho que encontraban, para extraer hasta la última gota de leche. El sistema impuesto era que las ganancias de los Jefes de Sección dependían directamente de las cantidades de caucho entregadas por los indios. Esto provocó la instauración de un sistema de terror, obligando a los indios a recolectarlo en grandes cantidades. El método para hacer rentable el sistema consistía en infligir tormentos en presencia de sus familiares y frente a los miembros de su misma tribu. Los indígenas esclavizados por la casa Arana fueron los pertenecientes a las etnias Uitoto, Muinane, Ocaina y los Bora. (…) Los escarmientos más usuales fueron la aplicación del látigo, el aprisionamiento en cepos, el encadenamiento en lugares visibles, el semiahogamiento frente a los familiares, la violación de mujeres en presencia del marido y los hijos, la mutilación de partes del cuerpo, la exposición de victimas desnudas atadas y colgadas de las manos, el lanzamiento a las corrientes de los ríos de indígenas atados de pies y manos, la incineración con keroseno de indígenas vivos y el fusilamiento. Estas sanciones fueron aplicadas indiscriminadamente a hombres, mujeres y niños. (1) Pudimos conocer los detalles de esta masacre, fundamentalmente, por el trabajo realizado por jóvenes universitarios que conformaron el Grupo Yauda de Estudios Amazónicos, quienes en varios de nuestros programas radiales nos relataron parte de esta historia. La Masacre de La Escuela Santa María de Iquique En el año 2010 tuvimos la oportunidad de a la Asamblea de Ciudadanos del Cono Sur realizada en la ciudad de Iquique –Chile-. En esa ocasión la última actividad se realizó en las puertas de la Escuela Santa María de Iquique lugar en el que, el 21 de diciembre del año 1907, se produce “La Masacre de La Escuela Santa María de Iquique”. Pudimos conocer parte de la historia, parte del dolor y el drama de incontables seres que han pasado por la explotación y el sometimiento en las salitreras. Pudimos saber de las miserables condiciones a las que estaban expuestos, tanto hombres, mujeres como niños. Las salitreras contaban con hornos que funcionaban a más de 100 grados, donde los explotados contaban solamente con “suerte” para no caer en ellos. Los que morían y dejaban familia, si la mujer o uno de los hijos estaban en condición y edad para reemplazar al fallecido, podían quedarse en las mugrientas casillas donde los albergaban; de lo contrario eran expulsados al desierto. “…Pese a que desde principios de 1907, Iquique se encontraba convulsionado por una serie de conflictos debido a la fuerte devaluación del peso y la consiguiente alza de precios, la huelga salitrera propiamente tal, estalló el 10 de diciembre en la oficina San Lorenzo, extendiéndose rápidamente a todo el cantón de San Antonio. Cinco días después, una columna de más de dos mil obreros caminó a Iquique en demanda de mejoras salariales y laborales, bajo la firme decisión de permanecer allí hasta que las compañías salitreras dieran respuesta a sus peticiones. Con el correr de los días la situación se agravó. Mientras que numerosos gremios de Iquique se sumaron al movimiento huelguístico, todos los cantones salitreros se plegaron al paro y, periódicamente, nuevos contingentes de mineros llegaban a la ciudad. Según estimaciones de la época, las cifras de huelguistas oscilaban entre 15 mil a 23 mil personas, lo que implicó que tanto las actividades del puerto, como la producción minera de toda la región, quedaran paralizadas por completo (…) Ante la negativa de los huelguistas a desalojar la Escuela Santa María, en donde permanecían desde hacía una semana, el 21 de diciembre el general Roberto Silva Renard ordenó a sus tropas hacer fuego en contra de la multitud. Según testigos, más de 200 cadáveres quedaron tendidos en la Plaza Montt y entre 200 y 400 heridos fueron trasladados a hospitales, de los cuales más de noventa murieron esa misma noche. Los sobrevivientes fueron enviados de regreso a las oficinas o embarcados a Valparaíso…” (2) Cuando nos encontrábamos en la última instancia de la Asamblea a la que fuimos invitados, tuvimos la oportunidad de ingresar a la Escuela de Santa María de Iquique, donde, paradójicamente, se estaba realizando una huelga de los mineros. Algo de la historia se repetía, la lucha por los derechos y la dignidad es una recurrente continuidad en la memoria de nuestros pueblos. La Masacre de Napalpí En la mañana del 19 de julio de 1924, 130 policías y un grupo de civiles partieron desde Quitilipi hasta Napalpí, a 120 kilómetros de Resistencia, Chaco, donde unos 700 indígenas que habían protestado por la explotación a la que eran sometidos, fueron cercados por la policía, los que no murieron baleados, fueron degollados. “…El historiador Favio Echarri reseñó que el entonces gobernador del territorio chaqueño, Fernando Centeno, había ordenado: "Procedan con rigor para con los sublevados". Según datos de la Red de Comunicación Indígena, durante 45 minutos la policía descargó más de 5 mil balas de fusil sobre la reducción de Napalpí, palabra toba que paradójicamente significa "lugar de los muertos"...” (3) En este caso, el sometimiento de los indígenas tenía el motivo de la explotación del algodón. En el año 2014: “…La Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía Federal de Resistencia inició una investigación de oficio a fin de averiguar sobre los hechos históricos conocidos como las masacres de Napalpí, ocurrida en el año 1924, y El Zapallar, sucedida en 1933, en lo que fuera el Territorio Nacional del Chaco, actualmente jurisdicción de la provincia, apelando a una instancia de "juicio por la verdad"…” (4) La Masacre de Rincón Bomba “…Se conoce como la Masacre de Rincón Bomba al asesinato de aborígenes de las etnias toba, pilagá y wichi, perpetrado entre el 10 y el 30 de octubre de 1947 por tropas de Gendarmería Nacional en las cercanías de Las Lomitas, en el entonces Territorio Nacional de Formosa. Fueron masacrados más de 500 aborígenes, hombres, mujeres y niños, desnutridos y desarmados que portaban retratos de Perón y Evita…” (5) Se podrían agregar innumerables hechos que enlutaron nuestra tierra, donde pueblos originarios, campesinos, trabajadores, estudiantes padecieron el rigor, el hostigamiento y la muerte en Nuestra Patria Grande. Aunque pretendamos ignorarlo, nuestra memoria, nuestros saberes empíricos, nuestros genes guardan luchas, dolor, ausencias. Ayotzinapa se ha transformado en una nueva bandera con la que vestimos nuestras militancias y compromisos. Ayotzinapara envuelve todas y cada uno de los crímenes cometidos contra nuestros pueblos. Ya no es un hecho aislado, como no lo han sido los referidos anteriormente y los que se agolpan en una larga lista de crímenes de lesa humanidad. Y en este punto nos asalta un interrogante que preocupa: porqué tanto dolor diseminado en nuestra historia, en nuestra tierra, no ha podido aún transformarlo en un gran movimiento de resistencia y lucha? ¿Cuántas masacres más hace falta para que nuestros pueblos se levanten en actitud irreverente contra la criminalidad institucionalizada? Se podrán escribir muchos documentos, transcribir testimonios, se podrán hacer infinidad de marchas y protestas, declaraciones y denuncias, pero si todo ello se mantiene de manera aislada, separada unas luchas de otras, no hacemos más que fortalecer al sistema opresor y genocida. No hemos sido capaces aún de aunar nuestras luchas, nuestros reclamos; pareciera que diferencias inexplicables y tal vez inconsistentes nos separaran, cuando el dolor y la tragedia deberían unirnos. No podemos imaginar que logremos la imposición de justicia de manera aislada. Debemos aunar todas las luchas en una sola, desde las primeras masacres hasta la última para encolumnarnos en un frente común para resistir y hacer nuestro derecho a la existencia. Separados, anteponiendo diferencias de las índoles que esgriman, nunca lograremos doblegar al poder opresor que aún y desde hace más de quinientos años nos arrebata tantas vidas. El viejo dicho expresaba “la unidad hace la fuerza”… Ya es tiempo de superar cualquier obstáculo que impida unificar nuestras banderas, y si Ayotzinapa, o Rincón Bomba, o Caucherías o cualquiera de los nombres con los que identificamos el dolor provocado se levanta junto al grito de libertad y justicia, antepongamos nuestro irrenunciable compromiso con la vida, la existencia y la dignidad. Decía el eterno Comandante Hugo Chávez Frías “…unidos seremos inconquistables…” ¿Lograremos esa necesaria unidad para transformar toda nuestra tierra en tierra de paz? Que así sea. NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com www.elclubdelapluma.com.ar DOMINGOS DESDE LAS 10 HS. POR FM 103.9 RADIO INÉDITA www.radioinedita.com.ar Notas y Material Consultado 1 http://pueblosoriginarios.com/textos/rosenblat/1492.html 2 http://andandoporbogota.blogspot.com.ar/2014/10/putumayo-la-voragine-de-las-caucherias.html 3 http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-3604.html 4 http://www.elortiba.org/napalpi.html 5 http://memoria.telam.com.ar/noticia/chaco--investigaran-masacres-de-napalpi-y-el-zapallar_n4217 6 http://www.elortiba.org/bomba.html http://actualidad.rt.com/sociedad/170961-pueblos-indigenas-matanza-america-latina-multinacionales http://www.lahaine.org/mundo.php/genocidio-en-la-conquista-de-america-149-1573 http://www.opiac.org.co/index.php/noticias/internacionales/262-somos-sobrevivientes-victoriosos-del-genocidio-de-las-caucherias http://www.forocomunista.com/t11819-el-genocidio-americano-el-mas-grande-de-la-historia-para-muchos-historiadores http://www.elortiba.org/lapices.html https://recordamosaloschicos.wordpress.com/2014/08/24/fue-una-noche-que-salieron-a-buscar-a-estudiantes-secundarios-it-was-a-night-that-they-went-out-looking-for-high-school-students/

Libreto:
EDITORIAL “MUCHOS 43 PORQUÉ REDOBLAR LAS LUCHAS…” EL CLUB DE LA PLUMA 27-9-2015

Hacer memoria, referirnos a las manchas que nos quedan como comunidad continental, sin tomar en cuenta el primer momento en que se produce el mayor genocidio que se conozca en la historia, es negar no sólo lo ocurrido sino también la comprensión del origen de un mal que aún no podemos sanar.

Según los registros que se han difundido, el 12 de octubre de 1492 da comienza la mayor matanza y esclavización del Continente Americano y el Caribe, junto con la más grande expoliación de riquezas.

Estudios realizados consignan que, para el año de la invasión colonizadora, depredadora y genocida, había en el Continente Suramericano más de seis millones y medio de indígenas, cerca de trece millones y medio en toda América.

Las muertes en el Caribe y Sudamérica rondan en los veinticuatro millones “…sin contar los muchos millares exterminados en Quito, en el reino de Granada, en Popayán, Xalisco, costa de Santa Marta, etc. y los muertos después de esos 14 años en Nicaragua, de los 20 en Honduras y los 12 en Méjico…” (1)

De ahí en más, una larga sucesión de violaciones a los derechos humanos, con todas sus variantes, sembraron de dolor, muerte y tantos silencios impuestos para que no se recuerden.

Prácticamente no existen días en que una violación o asesinato no se cometan, y nos atraviesan infinidad de dolores imposibles de contener en algunas pocas líneas.

No obstante, intentaremos rescatar de la memoria oculta, aquellos hechos que, a pesar de la invisibilidad y la tergiversación, conforman marcas indelebles en nuestra identidad como pueblo.

En el recorrido que pretendemos transitar, tal vez resuenen algunos nombres, algunas fechas, otros de seguro conforman la larga lista de convenientes olvidos, por la escritura de una historia manipulada, tergiversada de manera caprichosa para beneficiar, tal vez, inconfesables intereses. No obstante, a medida que el tiempo transcurre, los velos se van descorriendo, y podemos re-construir un mapa integral de la historia continental, con todas sus victorias, todas sus conquistas y también con todas sus heridas.

Un pueblo que no ejercita la memoria, que no rescata de intencionados e impuestos olvidos todo lo que lo ha atravesado, difícilmente pueda fortalecer la cosa identitaria que le da sustento y motivo. Nuestros pueblos no pueden continuar negando, en el mejor de los casos, todo lo que nos ha sucedido. La negación es sinónimo de complicidad, porque con nuestro negar, que contribuye el ocultar, repetimos cada acción criminal contra nosotros mismos. Negamos nuestras raíces, perdemos identidad y permanecemos en el limbo de la apatía.

Repasaremos en forma muy breve las marcas que han quedado en nuestra historia, muchas de ellas sin sanar, sin justicia, padeciendo el desconocimiento, el olvido y la impunidad.

La Masacre de Las Caucherías

Nos referimos a las muertes de más de 30.000 indígenas acontecidas alrededor del año 1902, a manos de las empresas caucheras, en la zona del Putumayo colombiano.

Esta masacre está considerada la más importante entre las comunidades indígenas, después de las perpetradas por los españoles y los portugueses durante la colonia.

“…Para entender ese proceso hay que hacer mención a la Casa Arana, principal empresa cauchera, propiedad del empresario peruano Julio Cesar Arana. La fiebre del caucho de finales del siglo XIX se había extendido hasta el alto amazonas, estableciendo barracones, depósitos o colonias en las riberas del río Putumayo.

(---)

La labor a la cual fueron destinados los indios consistía en internarse en la selva y con sus cuchillos rayar los arboles del caucho que encontraban, para extraer hasta la última gota de leche. El sistema impuesto era que las ganancias de los Jefes de Sección dependían directamente de las cantidades de caucho entregadas por los indios. Esto provocó la instauración de un sistema de terror, obligando a los indios a recolectarlo en grandes cantidades. El método para hacer rentable el sistema consistía en infligir tormentos en presencia de sus familiares y frente a los miembros de su misma tribu. Los indígenas esclavizados por la casa Arana fueron los pertenecientes a las etnias Uitoto, Muinane, Ocaina y los Bora.

(…)

Los escarmientos más usuales fueron la aplicación del látigo, el aprisionamiento en cepos, el encadenamiento en lugares visibles, el semiahogamiento frente a los familiares, la violación de mujeres en presencia del marido y los hijos, la mutilación de partes del cuerpo, la exposición de victimas desnudas atadas y colgadas de las manos, el lanzamiento a las corrientes de los ríos de indígenas atados de pies y manos, la incineración con keroseno de indígenas vivos y el fusilamiento. Estas sanciones fueron aplicadas indiscriminadamente a hombres, mujeres y niños. (1)

Pudimos conocer los detalles de esta masacre, fundamentalmente, por el trabajo realizado por jóvenes universitarios que conformaron el Grupo Yauda de Estudios Amazónicos, quienes en varios de nuestros programas radiales nos relataron parte de esta historia.

La Masacre de La Escuela Santa María de Iquique

En el año 2010 tuvimos la oportunidad de a la Asamblea de Ciudadanos del Cono Sur realizada en la ciudad de Iquique –Chile-. En esa ocasión la última actividad se realizó en las puertas de la Escuela Santa María de Iquique lugar en el que, el 21 de diciembre del año 1907, se produce “La Masacre de La Escuela Santa María de Iquique”.

Pudimos conocer parte de la historia, parte del dolor y el drama de incontables seres que han pasado por la explotación y el sometimiento en las salitreras. Pudimos saber de las miserables condiciones a las que estaban expuestos, tanto hombres, mujeres como niños.

Las salitreras contaban con hornos que funcionaban a más de 100 grados, donde los explotados contaban solamente con “suerte” para no caer en ellos. Los que morían y dejaban familia, si la mujer o uno de los hijos estaban en condición y edad para reemplazar al fallecido, podían quedarse en las mugrientas casillas donde los albergaban; de lo contrario eran expulsados al desierto.

“…Pese a que desde principios de 1907, Iquique se encontraba convulsionado por una serie de conflictos debido a la fuerte devaluación del peso y la consiguiente alza de precios, la huelga salitrera propiamente tal, estalló el 10 de diciembre en la oficina San Lorenzo, extendiéndose rápidamente a todo el cantón de San Antonio. Cinco días después, una columna de más de dos mil obreros caminó a Iquique en demanda de mejoras salariales y laborales, bajo la firme decisión de permanecer allí hasta que las compañías salitreras dieran respuesta a sus peticiones. Con el correr de los días la situación se agravó. Mientras que numerosos gremios de Iquique se sumaron al movimiento huelguístico, todos los cantones salitreros se plegaron al paro y, periódicamente, nuevos contingentes de mineros llegaban a la ciudad. Según estimaciones de la época, las cifras de huelguistas oscilaban entre 15 mil a 23 mil personas, lo que implicó que tanto las actividades del puerto, como la producción minera de toda la región, quedaran paralizadas por completo (…) Ante la negativa de los huelguistas a desalojar la Escuela Santa María, en donde permanecían desde hacía una semana, el 21 de diciembre el general Roberto Silva Renard ordenó a sus tropas hacer fuego en contra de la multitud. Según testigos, más de 200 cadáveres quedaron tendidos en la Plaza Montt y entre 200 y 400 heridos fueron trasladados a hospitales, de los cuales más de noventa murieron esa misma noche. Los sobrevivientes fueron enviados de regreso a las oficinas o embarcados a Valparaíso…” (2)

Cuando nos encontrábamos en la última instancia de la Asamblea a la que fuimos invitados, tuvimos la oportunidad de ingresar a la Escuela de Santa María de Iquique, donde, paradójicamente, se estaba realizando una huelga de los mineros. Algo de la historia se repetía, la lucha por los derechos y la dignidad es una recurrente continuidad en la memoria de nuestros pueblos.

La Masacre de Napalpí

En la mañana del 19 de julio de 1924, 130 policías y un grupo de civiles partieron desde Quitilipi hasta Napalpí, a 120 kilómetros de Resistencia, Chaco, donde unos 700 indígenas que habían protestado por la explotación a la que eran sometidos, fueron cercados por la policía, los que no murieron baleados, fueron degollados. “…El historiador Favio Echarri reseñó que el entonces gobernador del territorio chaqueño, Fernando Centeno, había ordenado: "Procedan con rigor para con los sublevados". Según datos de la Red de Comunicación Indígena, durante 45 minutos la policía descargó más de 5 mil balas de fusil sobre la reducción de Napalpí, palabra toba que paradójicamente significa "lugar de los muertos"...” (3)

En este caso, el sometimiento de los indígenas tenía el motivo de la explotación del algodón.

En el año 2014: “…La Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía Federal de Resistencia inició una investigación de oficio a fin de averiguar sobre los hechos históricos conocidos como las masacres de Napalpí, ocurrida en el año 1924, y El Zapallar, sucedida en 1933, en lo que fuera el Territorio Nacional del Chaco, actualmente jurisdicción de la provincia, apelando a una instancia de "juicio por la verdad"…” (4)

La Masacre de Rincón Bomba

“…Se conoce como la Masacre de Rincón Bomba al asesinato de aborígenes de las etnias toba, pilagá y wichi, perpetrado entre el 10 y el 30 de octubre de 1947 por tropas de Gendarmería Nacional en las cercanías de Las Lomitas, en el entonces Territorio Nacional de Formosa. Fueron masacrados más de 500 aborígenes, hombres, mujeres y niños, desnutridos y desarmados que portaban retratos de Perón y Evita…” (5)

Se podrían agregar innumerables hechos que enlutaron nuestra tierra, donde pueblos originarios, campesinos, trabajadores, estudiantes padecieron el rigor, el hostigamiento y la muerte en Nuestra Patria Grande. Aunque pretendamos ignorarlo, nuestra memoria, nuestros saberes empíricos, nuestros genes guardan luchas, dolor, ausencias.

Ayotzinapa se ha transformado en una nueva bandera con la que vestimos nuestras militancias y compromisos. Ayotzinapara envuelve todas y cada uno de los crímenes cometidos contra nuestros pueblos.

Ya no es un hecho aislado, como no lo han sido los referidos anteriormente y los que se agolpan en una larga lista de crímenes de lesa humanidad.

Y en este punto nos asalta un interrogante que preocupa: porqué tanto dolor diseminado en nuestra historia, en nuestra tierra, no ha podido aún transformarlo en un gran movimiento de resistencia y lucha? ¿Cuántas masacres más hace falta para que nuestros pueblos se levanten en actitud irreverente contra la criminalidad institucionalizada?

Se podrán escribir muchos documentos, transcribir testimonios, se podrán hacer infinidad de marchas y protestas, declaraciones y denuncias, pero si todo ello se mantiene de manera aislada, separada unas luchas de otras, no hacemos más que fortalecer al sistema opresor y genocida.

No hemos sido capaces aún de aunar nuestras luchas, nuestros reclamos; pareciera que diferencias inexplicables y tal vez inconsistentes nos separaran, cuando el dolor y la tragedia deberían unirnos.

No podemos imaginar que logremos la imposición de justicia de manera aislada. Debemos aunar todas las luchas en una sola, desde las primeras masacres hasta la última para encolumnarnos en un frente común para resistir y hacer nuestro derecho a la existencia. Separados, anteponiendo diferencias de las índoles que esgriman, nunca lograremos doblegar al poder opresor que aún y desde hace más de quinientos años nos arrebata tantas vidas. El viejo dicho expresaba “la unidad hace la fuerza”…

Ya es tiempo de superar cualquier obstáculo que impida unificar nuestras banderas, y si Ayotzinapa, o Rincón Bomba, o Caucherías o cualquiera de los nombres con los que identificamos el dolor provocado se levanta junto al grito de libertad y justicia, antepongamos nuestro irrenunciable compromiso con la vida, la existencia y la dignidad.

Decía el eterno Comandante Hugo Chávez Frías “…unidos seremos inconquistables…”

¿Lograremos esa necesaria unidad para transformar toda nuestra tierra en tierra de paz?

Que así sea.

NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma

elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com

www.elclubdelapluma.com.ar

DOMINGOS DESDE LAS 10 HS.

POR FM 103.9 RADIO INÉDITA

www.radioinedita.com.ar

Notas y Material Consultado

1 http://pueblosoriginarios.com/textos/rosenblat/1492.html

2 http://andandoporbogota.blogspot.com.ar/2014/10/putumayo-la-voragine-de-las-caucherias.html

3 http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-3604.html

4 http://www.elortiba.org/napalpi.html

5 http://memoria.telam.com.ar/noticia/chaco--investigaran-masacres-de-napalpi-y-el-zapallar_n4217

6 http://www.elortiba.org/bomba.html

http://actualidad.rt.com/sociedad/170961-pueblos-indigenas-matanza-america-latina-multinacionales

http://www.lahaine.org/mundo.php/genocidio-en-la-conquista-de-america-149-1573

http://www.opiac.org.co/index.php/noticias/internacionales/262-somos-sobrevivientes-victoriosos-del-genocidio-de-las-caucherias

http://www.forocomunista.com/t11819-el-genocidio-americano-el-mas-grande-de-la-historia-para-muchos-historiadores

http://www.elortiba.org/lapices.html

https://recordamosaloschicos.wordpress.com/2014/08/24/fue-una-noche-que-salieron-a-buscar-a-estudiantes-secundarios-it-was-a-night-that-they-went-out-looking-for-high-school-students/


[Leer licencia]
Este material se publica bajo los términos de la licencia:
Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
Usted es libre de:

Compartir — copiar y redistribuir el material en cualquier medio o formato.

Adaptar — remezclar, transformar y construir a partir del material.

Bajo los siguientes términos:

Atribución — Usted debe dar crédito de manera adecuada, brindar un enlace a la licencia, e indicar si se han realizado cambios.

No Comercial — Usted no puede hacer uso del material con propósitos comerciales.

Compartir Igual — Si remezcla, transforma o crea a partir del material, debe distribuir su contribución bajo la la misma licencia.


 
ESTE CONTENIDO NO TIENE COMENTARIOS