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EL BANQUETE DEL TIEMPO
EL BANQUETE DEL TIEMPO
Descripción:

Un poema de Gabriel Jiménez Emán en la voz de Nilda Sarmiento.

Libreto:
EL BANQUETE DEL TIEMPO.

El tiempo, que todo lo borra.

El tiempo, que pasa frotando su mano sudorosa en los poros abiertos del día

Deja caer su humedad en los músculos trémulos del calendario.

Pasa planeando en forma de avión

encima de los retoños que nacen cada día sobre la tierra

Los vigila y ve con su ojo único que no parpadea.

El tiempo que apenas se detiene en las puertas de viejos edificios para soplarlas

Y preguntar por familiares idos.

El tiempo hinchado de su propia soberbia caza iguanas en los desiertos, patos en los lagos, conejos en los bosques.

Y antes de devorar a los pobres animales que construyen la tierra los perdona por un día más.

Va anotando en su arrugada libreta los suspiros de los amantes

Para convertirlos luego en bostezos

Los contabiliza como días o años y entonces se detiene un instante

En el rostro de los ancianos para acariciar sus arrugas.

El tiempo pasa su lengua salada sobre las costillas del mar

Pudre el tronco padre de los árboles, el hígado, el corazón, los pulmones

Sólo el cerebro se salva, es el único que puede sobrevivir al horrible asalto de sus uñas.

El tiempo que se derrama como una inmensa ola de vacío sobre el espacio

Y cubre el todo con la nada llena de todas las nadas.

Sólo hay un hueco profundo que cae en otro y no permite más interrupciones.

El tiempo entonces inocula células mortales en la espalda de la vida

Y ella responde con un grito seco que se oye en el confín de la noche

Allá donde el mar disuelve ese sonido en sus olas y murmura algo

En el oído de los marineros cuando pescan en alta mar de madrugada.

El tiempo más veloz que la luz y que el cuadrado de la luz multiplicado

Por la masa de luz podría caber en la cabeza de un alfiler

Que desplaza su energía hacia los cuatro puntos cardinales

hacia el cubo de las cuatro estaciones.

Te hace ganar y perder

Cuenta tus pasos en la calle

Con la tenues agujas del reloj

Miras tu muñeca en tu migaja de cotidianidad para comprobar que lo tienes

Pero es sólo una ilusión.

Es sólo un espejismo de tu propio sueño

Que te persigue en el día e intenta recobrar tus ojos.

El tiempo líquido que se esparce en las persianas de los dormitorios.

El tiempo gaseoso que deja su olor de pétalos podridos en las despedidas.

El tiempo mineral que te asalta a la salida de los cines

En donde has intentado matarlo en la infancia

Luego ya hombre en los libros y las mujeres

Y en las interminables bocanadas de humo de tabaco que has aspirado en las fiestas

Y en los tragos de alcohol que te acercan cada día a la locura.

Pero no puedes, no puedes

El tiempo se mete en tu cama para hacerte su hipócrita compañía.

Y apenas logras deshacerte de él durante el espejismo del sueño.

Le sacas le empujas le llevas hasta la puerta y lo pateas muy lejos

Y el regresa en forma de sobre de correos deslizándose bajo la puerta.

Te sube por los zapatos te lame el tobillo y te da un coscorrón

Para que despiertes de la modorra del espacio.

Mantiene una sucia pelea con la eternidad donde luego después terminan abrazados.

Y la eternidad llora como una muchacha desengañada cuando lo ve alejarse

Detrás de las nubes del horizonte.

Más tarde se vuelve un gas para corporizarse en forma de mujer

Que te invita a que le invites una cena.

Aceptas finalmente la invitación y te sientas a la mesa a compartir el banquete.

Ves cómo caen los días convertidos en migajas desde el borde de la mesa

Y no puedes contener tu lágrima miserable.

Haces la triste sobremesa

Hasta puedes oír un valse de Chopin

Y luego duermes

Duermes para recuperarte del embotamiento de la vigilia.

Y los sueños te otorgan esa mínima recompensa

De interpretar algo intraducible.

La intuición te conduce por los laberintos de las imágenes

Hasta demostrarte que tu inteligencia no sirve para mucho.

Excepto para una cosa: para matar el tiempo.

Matarlo olvidar que existe que está ahí

Con su boca presta a lamer el resto de paz que aún te queda.

Te llama por teléfono a diario para cobrarte tu cuota de deber

De hacer algo que permanezca para que él te justifique

Para que tu memoria no quede sepultada en el tedio de la eternidad.

Tarde o temprano se va a hacer tarde

Temprano o tarde se va hacer demasiado temprano.

Temprano o tarde va a ser tarde para llegar a la hora justa.

He ahí el dilema.

Mientras tanto los aviones se mueven en los hangares como moscas en la mesa del banquete.

Los barcos en las bahías parecen cruces en el camposanto.

Los automóviles cápsulas ingeridas por los barrancos

Vayas o no tú en ellos da lo mismo

Has ido y has venido y has aguardado ese instante

En que la amada te abría los brazos como una aurora

Y has visto en los ojos de la hija un resplandor rubio

Que te habla del fragante sueño de la juventud

O bien tu madre te despedía con sus ojos casi ciegos

Y te decía hijo mío aprovecha el tiempo.

Tu madre tu mujer tu hija y tú mismo que eres tu propio padre y tu propio hermano

Son parte de este gran banquete al que asistimos desde siempre

Sin haber sido invitados.

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