Esta es una linda aventura de Pablito, un infante muy dulce y alegre que un día tuvo un accidente y sus ojitos no pudieron volver a mirar jamás. A él le gustaba sentarse en la ventana a escuchar el murmullo de la gente, el lejano croar de los sapos y cientos de otros pequeños ruidos que para otros pasaban desapercibidos. Cierta noche le preguntó a su madre si olía el aire a naranjas recién peladas y escuchó a los pájaros como locos, ella le pidió que se fuera a descansar porque ya era muy tarde. Doña Mariana se aseguró que su hijo estuviera bien dormido y oler la hierba mojada que le recordaba a su difunto esposo Manuel. Pablito soñó a un hombre sentado en el pie de su cama, a quien miró con los ojos del corazón. En el ambiente había un intenso olor a naranjas recién peladas mientras recorrían por un sendero donde habían muchos niños con algunas discapacidades: niños sordos, paralíticos. Conversó con los otros niños del club que al igual que él tenían algún problema físico. Estos niños se mostraban felices a pesar de aquello. Pablito les contó que su madre le cuidaba demasiado por lo que no podía salir de casa y valerse por sí mismo, pero a través del sueño descubrió que nadie es perfecto y que todos tenemos cualidades y facultades que deberán ser apreciadas por nuestros padres y profesores.