La casa del negrito era una cueva de piedra con una entrada muy reducida donde nadie podía pasar. El ijkal tenía maíz, blanco, amarrillo, rojo y morado. Esto sólo lo sabía la hormiga quien después de estar amarrada por mucho tiempo, y ver que su cintura casi reventada decidió ir al lugar donde el ijkal escondía el maíz.
Los hombres, las fuerzas de la naturaleza y los animales se juntaron
para tener maíz. Cada quien trabajó como pudo: el rayo con su relámpago
y su trueno agarró al ijkal; el pájaro carpintero comenzó a picar la parte delgada de la piedra de la cueva, la perforó con mucho esfuerzo y trabajó hasta lograr el paso donde estaba el maíz.
Ya teniendo el paso, la hormiga acarreo el maíz de la cueva, pues nadie más que ella podía entrar porque el paso era muy reducido. Así, entre todos encontraron las semillas del maíz.
De tanto que trabajó el pájaro carpintero le dolió su cabeza, por eso entre todos se la amarraron con un pañuelo rojo y le buscaron una compañera para que lo cuidara, es por ello que el pájaro carpintero tiene las plumas rojas en la cabeza y siempre anda con su pareja.
Los ijkales fueron exterminados por el rayo porque eran muy malos y abusivos, robaban mujeres y abusaban de su poder. Por eso cuando las hormigas encuentran granos de maíz, un pedazo de masa o de pozol la levantan porque recuerdan que ellas fueron quienes trabajaron duro para sacar el maíz de la cueva del ijkal.
De palabras de Don Avelino Vázquez Cruz