LOS OBLIGARON A CONVERTIRSE
Durante siglos, los mudéjares —una de las minorías musulmanas de España— vivieron más o menos tranquilos en los territorios católicos. En algunas zonas llegaron a tener reconocimiento legal, lo cual les permitía tener sus propias leyes y costumbres y practicar su religión.
Pero en 1492, el último reino musulmán que quedaba en la península —Granada— se rindió ante los Reyes Católicos, Isabel y Fernando. Según los acuerdos de la rendición, los musulmanes del lugar recibirían derechos similares a los de los mudéjares. Con todo, los líderes católicos comenzaron a perseguir a todos los musulmanes de España y a presionarlos para que se convirtieran. Estos protestaron al ver que se estaban violando los acuerdos y en 1499 se rebelaron. El ejército aplastó la rebelión, pero a partir de entonces, en un lugar tras otro se obligó a los musulmanes a convertirse o a marcharse. A los que decidieron convertirse y quedarse se les llamó moriscos.
“NI BUENOS CRISTIANOS NI BUENOS SÚBDITOS”
Para 1526, el islam estaba prohibido en toda España, pero muchos moriscos continuaron practicando en secreto su religión. La mayoría de ellos conservó su cultura y sus costumbres.
Al principio se toleró que los moriscos fueran católicos solo en apariencia, pues eran muy necesarios sus servicios de artesanos y peones, así como sus impuestos. Sin embargo, se negaban a integrarse y eso molestaba a muchos, así que fueron discriminados tanto por el gobierno como por la gente. Y las sospechas de la Iglesia en cuanto a la sinceridad de su conversión no hacían más que alimentar los prejuicios.
Al poco tiempo, la tolerancia se convirtió en presión. En 1567 se hizo pública la decisión del rey Felipe II de prohibir el idioma, la vestimenta, las costumbres y las tradiciones de los moriscos. Esto provocó una nueva rebelión y un gran derramamiento de sangre.
Se estima que unos 300.000 moriscos huyeron de España en medio de muchos sufrimientos
Según los historiadores, las autoridades se convencieron de que “los moriscos no eran ni buenos cristianos ni buenos súbditos”, de modo que se les acusó de ayudar a los enemigos de España —los turcos, los piratas berberiscos y los protestantes franceses— para que invadieran el país. El prejuicio y el temor de que los moriscos traicionaran a la Corona hicieron que Felipe III tomara en 1609 la decisión de expulsarlos. * Durante los años siguientes se persiguió a todos los sospechosos de ser moriscos. Así, con esos métodos tan indignos, España se convirtió en un país completamente católico.
DATOS GENERALES
A principios del siglo VIII, los musulmanes de Arabia y el norte de África conquistaron la mayor parte de la península ibérica, lo que hoy día es España y Portugal.
Poco a poco, los ejércitos católicos reconquistaron la península. En 1492 tomaron la última región dominada por árabes: el reino de Granada.
En 1492, el rey Fernando y la reina Isabel expulsaron de sus dominios a los judíos que no se habían convertido al catolicismo. En el siglo XVI, los musulmanes convertidos y sus descendientes fueron perseguidos y reubicados. Entre 1609 y 1614, los moriscos —“nuevos cristianos” de origen musulmán— fueron expulsados.
Se estima que unos 300.000 moriscos huyeron de España en medio de muchos sufrimientos. Parece que por lo menos 10.000 murieron por negarse a abandonar el país.
Catolicismo “puro” en todo el reino
Juan de Ribera, arzobispo de Valencia, participando en la expulsión de los moriscos
Juan de Ribera, arzobispo de Valencia, apoyó la expulsión de los moriscos
Aunque la economía sufrió debido a la pérdida de la mano de obra morisca, en España se vivió una especie de euforia. Los libros de historia aseguran que para muchos españoles la simple presencia de los moriscos y su catolicismo fingido eran “una fuente constante de irritación y una causa de vergüenza nacional”. Ahora, la fuente de irritación había desaparecido. La monarquía, el pueblo en general y la Iglesia se alegraron de que finalmente se hubiera restaurado el catolicismo “puro” en todo el reino.