Texto de presentación: Alfonso Macías
Hay pocas novelas románticas donde el personaje principal no muera al final.
El presente texto, bien podría reseñar un libro romántico, además de épico, de periodístico, de histórico (e histérico), de narrativa oral, de cuento corto, de testimonio, pero sobre todo y en especial, de leyenda.
“Dragas en Rebeldía”, extensa compilación de textos, artículos y entrevistas realizados todos por Antonio Marquet, tiene exactamente esas características, sazonadas todas en un caldo que combina realidad con realismo, que en este caso, no son sinónimos:
Realidad son las cosas que pasan, de las que hay testimonios, las historias que nos cuentan, que vivimos, que gozamos o lamentamos, o lloramos, y realismo aquí se relaciona más con la realeza, con la manera de llevar una corona, con la fundación de un imperio.
A lo largo de 544 páginas, Antonio Marquet nos habla sobre el FENÓMENO DRAG, este sí en sus seis acepciones según la RAE: fenómeno como “manifestación que se hace presente a la conciencia de un sujeto y aparece como objeto de su percepción”, fenómeno como “cosa extraordinaria y sorprendente”, fenómeno como “persona o animal monstruoso”, fenómeno como “persona sobresaliente en su línea”, fenómeno como “muy bueno, magnífico, sensacional”, y fenómeno como en la filosofía de Immanuel Kant, “Lo que es objeto de la experiencia sensible”.
Y si, el DRAG es todo un fenómeno, que no estoy yo para explicar, porque en el libro, Antonio lo hace de manera muy extensa y meticulosa.
Un libro extenso, que nos recuerda un poco la historia del otrora “Movimiento de Liberación Homosexual”, después: “Movimiento Gay”, coptado y reventado en su frescura por el acrónimo LGBTTTIQAHKKWC que escandalizaba a buena parte de la sociedad con su sola presencia, reclamando el derecho a ser y a la libertad para expresarlo.
Un libro donde Marquet parece estornudar, y tras ello, el lector quedará pasmado ante el hechizo de las formas multicolores y emperifolladas que discurren de su pluma, dando visibilidad a temas muy poco documentados y logrando con esto que algo que parece ser sólo fiesta, tenga un sustento teórico que parte de la definición de sí mismo.
El autor se da a la tarea de dar seguimiento (cosa que había hecho con anterioridad), a algunas competencias y reality shows Drag, que son el principal motor del nacimiento, desarrollo y perfeccionamiento de los personajes que cada quién construye desde sus vivencias, torpezas, carencias y fantasmas personales, dando personalidad y vida propias a sus álter ego permitiendo que aflore el lado oscuro de cada quién que, junto con una enorme creatividad, y mucha, mucha jotería, trascenderán los escenarios para decir verdades bien plantadas sobre firmes plataformas, y tacones.
Sin embargo, no es Marquet quien explica esto, no… Él tiene el tino de dejar que cada personaje hable por sí misma, que exprese, que cuente su historia, su origen, su camino, su proceso. Cada una de los personajes del libro, con algunas excepciones, habla pos sí misma, elemento que genera una visión justa de cada quién.
El Drag es mostrado por el autor, no como una moda o un movimiento, sino como toda una cultura en constante cambio y crecimiento: una faceta cultural que no tiene acomodo en identidad sexual alguna, ni en orientaciones específicas, porque justo en el momento cuando mucha gente considera concluido el movimiento de liberación, cuando una parte importante del colectivo diverso piensa que ya está todo hecho, y que poco vale la pena seguir dando batalla, surge la draguería como una alternativa de lucha y rebeldía, tema recurrente en las entrevistas, y que termina, a fin de cuentas, por re avivar alguna esperanza.
Marquet, al mejor estilo de Cortázar en Rayuela, propone la lectura de su libro de una manera no lineal, formato que nos acerca a la esencia del Drag, porque nos permite ir de una draga a la otra, de un espectáculo al otro, de una paleta de colores a otra, de ciertas formas a otras, teniendo así la oportunidad de conocer la draguedad como lo haríamos en la vida real: moviéndonos para poder observarla desde diferentes ángulos.
De manera personal, recomendaría esta forma de lectura para no hacer tediosa la parte final del libro, donde Antonio nos convida de diversos artículos publicados en diferentes medios y tiempos, pero siempre al rededor del mismo tema, lo que podría parecer un tanto redundante, y explico:
La tercera parte de Dragas en Rebeldía, podría considerarse casi un misal: se trata de artículos escritos por Marquet y publicados no sólo en su blog sino en diferentes revistas y medios qué tal vez valdría la pena leerlos al azar en diferentes días, para poder saborear cada una de las palabras y los conceptos ahí vertidos, porque en este punto, Marquet deja de publicar entrevistas para presentar textos descriptivos y analíticos de propia mano y, al no ser ya una conversación entre dos personas, se convierte en una expresión menos periodística, y más literaria, a partir de un diálogo interno analítico sobre el mundo de la noche: ese mundo qué nos permite botar la máscara de la rutina diurna y convertirnos en aquello que nuestro proceso personal nos vaya dictando.
Es aquí donde el autor toca, y no someramente, los múltiples fantasmas, demonios, traumas, alegrías y necesidades que llevan a un ciudadano de a pié a convertirse en una estrella Drag, haya ganado o no en los concursos: es esta necesidad marica por ser vistos y aceptados, y esta lucha por deshacerse de las ataduras impuestas por la cultura heterolandesa, lo que convierte tal liberación en una necesidad urgente.
En este capítulo, aparecen una gran cantidad de personajes descritos por Marquet, a quienes seguramente entrevistó previamente y a quienes rinde homenaje a partir de describir algunas de sus hazañas performáticas tanto arriba como abajo de los escenarios: las figuras Drag no necesitan de un poduim para hablar, ni de una tarima o un micrófono. Su estética es tal, que por sí sola es insumisa y plantea una de las nuevas posibilidades de rebelión: romper con el primer paradigma en la vida de cualquier ser humano desde el momento de nacer: ser niño o niña.
La draguedad, a diferencia del travestismo (y eso es ampliamente explicado a lo largo del libro), propone no sólo la exposición de un personaje, sino su construcción, que deberá hacerse a partir de la deconstrucción propia.
Toda historia que se respete, especialmente si es romántica, deberá por fuerza girar al derredor de un personaje central. En este caso, por unanimidad y derecho propio, ese personaje es Oswaldo Calderón, la “Superperra”, quien nos acaba de dejar este viernes 14 de febrero pasado.
Qué difícil resulta presentar el libro de Marquet a unos cuantos días de la partida de Oswaldo, quién por cierto, debería estar aquí sentado (no él sino la Superperra).
Resulta difícil porque es injusto hablar de alguien que ya no tiene oportunidad de perrear en ofensa inpropia. Digo esto porque así era Oswaldo y así era Superperra: no dejaba títere con cabeza bajo ninguna circunstancia. Era absolutamente meticuloso al blandir su guadaña que arrasaba lo mismo con su público que con cualquier personaje sobre escenario, puesto político o vida pública o privada, y esa es justamente una de las fuerzas más importantes del Drag: la capacidad de respuesta ingeniosa y divertida, pero también filosa y contundente.
Tal vez resulte una mentira decir que Oswaldo Calderón acaba de trascender, porque lleva toda una vida artística trascendiendo: disturbando en el antro, en la tele, en la plaza pública, pero al mismo tiempo acogiendo como madre amorosa a sus múltiples pupilas en cada sesión de entrenamiento, presentación y crítica a través de los múltiples concursos.
Difiero un poco cuando Marquet (y un gran número de personajes en el libro), afirma que Superperra fue el primero en hacer Drag en México. Tenemos como antecesores, por ejemplo, a Jaime Vite y Miguel Ángel de la Cueva en los años 80, y cuentan las lenguas informadas que aún podemos retroceder más en el tiempo. Lo que sí debe reconocérsele es que fue el primero preocupado en llevar el Drag mucho más lejos de lo que hasta entonces existía. Viajó, a veces solo, otras con sus Hermanas Vampiro, por el país entero, sembrando draguería y haciendo toda clase de injertos para hacer que el Drag florezca.
Está claro que Superperra no podrá repetirse nunca.
También es claro que el Drag, al ser un evento performático sin un libreto previo, podría haber quedado sólo en la memoria de los asistentes a cada espectáculo para, poco a poco, irse borrando conforme pasa el tiempo.
Esa es la verdadera importancia de la labor de Antonio Marquet al escribir y publicar “Dragas en Rebeldía”: generar un documento testimonial sobre un fenómeno que seguramente trascenderá en el tiempo, que se ha diseminado por el país entero, y que forma parte de todo un movimiento a nivel global.
La draguería, como la hiedra, crece en todas direcciones invadiendo incluso aquellos muros que pretenderían detenerla. Una corriente revolucionaria (también con muchas imitaciones sin valor) que se convierte en una nueva opción de lenguaje, especialmente para generaciones jóvenes, pero que parte del desarrollo de habilidades, del aprendizaje, de una amplia cultura y especialmente de un gran auto conocimiento.
Marquet presume ser un buen conocedor de su público lector, al grado de hacer pequeñas traducciones en el caso remoto de que algún habitante de Heterolandia se cuele entre sus filas de lectores: “Dragas en Rebeldía” resulta un libro de cultura gremial, que abre la posibilidad de un mayor auto conocimiento del colectivo mismo, no porque pretenda plantear verdades absolutas, sino porque explica algunos fenómenos de una vanguardia acaso poco comprendida en su profundidad.
Para todo tipo de lector, "Dragas en Rebeldía" resultará un libro para leerse con calma, disfrutarse y aprender, que seguramente generará el interés por conocer de cerca el mundo Drag, del cual nos retrata un poco, y seguramente vendrán nuevas publicaciones que lo enriquezcan, porque no podemos dudar de la fascinación de Antonio Marquet por el fenómeno Drag, que a decir de algunos, lo reflejan como una "Draga en el Closet". Algún día podrá ser que salga.
Por lo pronto, la lectura del libro es casi obligada porque muy pocas veces, el fallecimiento de un personaje del colectivo LGBT+, hizo tanto ruido a nivel mediático, como Oswaldo Calderón, y ello amerita estudiar su biografía a profundidad, tal como sucede aquí.
No cabe duda, que Superperra ha dejado una huella indeleble y permanente en la cultura elegebetera, que se rescata gracias a Antonio Marquet.
Gracias por todo, Superperra y gracias Antonio, por tu pasión por el tema.