FECHA: 20 de febrero de 2018
REDACTOR: Leydis Tassé Magaña
SONIDO: TEMA DE PRESENTACIÓN
LOC: Ilusión óptica tras las pesas.
Ellos pueden estar en un mercado, una bodega o feria agropecuaria, no se han formado para ser artistas de circo en el apartado de ilusión óptica, pero cada día protagonizan actos de “magia” capaces de dejar atónita a una muchedumbre que lanza expresiones de asombro, y no precisamente desde el palco de un teatro o sala.
Estos “ilusionistas” no usan sombreros ni conejos, tampoco barajas ni otros usuales objetos para simular artificios; sus espacios de actuación son los mostradores de establecimientos en los que para vender ciertos productos es necesario su pesaje.
Tales personajes muchas veces parecen simpáticos, establecen una conversación con su auditorio, tararean una canción y hasta arrojan una que otra frase con puro humor criollo, justo en el instante en que protagonizan sus actos de “magia”.
Su capacidad para ese trabajo imagino pudiera evaluarse por la cantidad de libras o kilogramos que quedaron en su saco, y que no fueron a dar al bolso del cliente que, además de ir a comprar con los pelos de punta debido a los precios, se altera cuando al llegar a casa o a otro lugar y, al comprobar en otra pesa, se da cuenta de que le han pasado gato por liebre.
No pocas personas alertadas ante la situación, llevan sus propios instrumentos para pesar, y los mantienen en sus bolsillos como armas ante el oportunismo y la desidia, mientras observan a los vendedores hacer sus malabarismos para no colocar lo que realmente deben.
Muchos tienen tremenda habilidad en los dedos, y al tiempo que los deslizan sobre la báscula, esbozan en el rostro una expresión de seriedad y concentración, y hasta parece que se esfuerzan para hacer justicia con la balanza.
Si es un carnicero, el preámbulo del espectáculo puede ser una peculiar técnica o un juego con las manos para amolar los cuchillos, a lo cual seguirán los intentos -lastimosamente pocas veces fallidos- de quedarse con “unas masitas”.
Otros hablan y hablan, miran a los ojos al usuario, si es una chica hasta sueltan un lindo o cómico piropo, y en el instante más insospechado, ya la pesa está a su favor.
Aunque ciertamente hay vendedores honrados, tenemos muchos que son “ilusionistas”, expertos en hacer desaparecer onzas, libras y kilogramos de viandas, frutas, vegetales, granos y los suculentos cárnicos, en no pocas tarimas con precios de infarto.
Unos clientes protestan ante sus maniobras, otros en cambio callan, y para “no dar la nota en la cola” o “hacer mala sangre”, regresan a casa con mercancía perdida y dinero “regalado”, ese que dieron por algo que no recibieron.
Tal vez algunas personas hasta pongan una vela antes de salir de casa para no ser víctimas de esos “artificios” aprendidos por aquellos que quieren vivir -como dice Pánfilo Epifanio-, del cuento.
Fue un comentario de Leydis Tassé Magaña en la voz de…
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