Como no tenían tierras para cultivar, trabajaban como esclavos en ranchos y no conocían la planta de maíz, tampoco sabían que en la cueva por donde siempre pasaban había algo escondido.
Los antiguos dioses intentaron separar las montañas con su grandiosa fuerza pero no lo lograron, entonces la gente se organizó para sacar lo que había adentro pero tampoco pudieron hacerlo, porque como trabajaban en el rancho no se reunían tanto, pues se la pasaban borrachos. Un día los ancianos se organizaron para ir a ver lo que estaba adentro de la montaña, juntos fueron a platicar del problema con sus Dioses.
Los ancianos llegaron con los Dioses, hicieron fiestas, bailaron y tocaron música con el tambor, el violín, la guitarra y la flauta. Entonces los Dioses con su fuerza separaron las montañas; también usaron el cuerpo del diablo, lo transformaron en una hormiga negra que marchó hacia las montañas en compañía de una hormiga roja que era Dios.
El camino estuvo lleno de dificultades, pero el Dios de la Cueva las superó pensando solamente en su pueblo y las necesidades de alimentarse. Hizo grandes esfuerzos y no se dio por vencido ante el cansancio y las dificultades. El Dios de la Cueva llegó hasta donde estaba el maíz, y como se había trasformado en hormiga, tomó un grano maduro entre sus huesos y emprendió el regreso. Al llegar entregó el prometido grano de maíz a los pueblos hambrientos.
La gente de las comunidades plantó la semilla y así obtuvieron el maíz que desde entonces se siembra y cosecha. De esa manera este sagrado grano ha sido heredado e intercambiado de generación en generación. Dicen los antiguos que el preciado grano, aumentó las riquezas e hizo que los hombres se volvieron más fuertes. Desde ese momento la gente veneró la cueva del Dios. Cada temporada de siembra la gente celebra y pide permiso; a la cueva la llamaron Cueva Hermosa y Sagrada ó Takin witz.
Agradecemos al señor Manuel Álvarez Hernández por habernos contado esta leyenda que escuchó de su abuelo.