Cristian Castillo
De la razón del hombre para subsistir
nacía aquel retoño, el orgullo de papá,
al no nacer varón le tocó recibir
aquella educación de una antigua verdad,
que hizo crecer a una mujer
creyendo que el mundo no fue para dos...y escuchó.
¡Niña no debes creer!
Que puedes más que aquel hombre al que debes amar,
¡Niña no debes pensar!
Que esa virtud se le dio a quien debes honrar,
¡Niña tu debes estar!
En el hogar pues los niños te van a extrañar.
De los que olvidan dónde brotó la ilusión
de lo que un día fue sólo un roce en la piel,
proviene aquel temor convertido en razón
que hizo dudar a una mujer,
que quiso llegar hasta donde esta él....y soñó.
¡Niña no debes soñar!
Que las que lo hacen terminan muy mal,
¡Niña t{u debes confiar!
Que ya pasé por aquello, yo sé la verdad-
Pero un buen día esta mujer despertó
y se dio cuenta que el mundo era de dos,
las reglas que de aquellos un día aprendió
pensó en olvidar y no pudo ser
y a medio camino no pudo correr...recordó
que quien la hizo cumplir,
fue quien a solas lloraba impotente y sin fe,
triste por no recibir
ni la mitad del empeño que puso a su amor.
Y al recordar aquello que había olvidado,
siguiendo su camino cambió la razón
sus hijos crecerán en igual condición
pues saben usar y sin distinción
la falda también como aquel pantalón....soñarán.
Con un camino de dos
que con el tiempo andarán
para encontrar al final
una canción de igualdad.