Su búsqueda rítmica y tímbrica actualiza la tradición cultural y religiosa nordestina, en sus propios discos o en colaboraciones con los más variados músicos del mundo y siempre incluyendo al berimbau, su instrumento más característico.
Capaz de pintar con sonidos, Naná Vasconcelos sabe llenar de colores las músicas.
Naná relaciona su arte con la religiosidad y valoriza el papel de la improvisación, en la música y la vida.
Naná Vasconcelos nació en Pernambuco, nordeste del Brasil, tierras tan famosas por sus sequías y pobreza material como por su enorme fertilidad cultural y religiosa.
Esos extremos han sabido confluir en un arte en expansión que conforma gran parte del imaginario cultural brasilero.
De ese universo forman parte los míticos cangaceiros, y la renovación de la música popular brasilera con figuras que van de Dorival Caymmi, Luis Gonzaga y Joao Gilberto, a Caetano Veloso, Gilberto Gil y más recientemente Carlinhos Brown, Chico Science o Lenine.
Con muchos de ellos ha tocado y grabado, y todos son herederos de un clima donde las numerosas manifestaciones religiosas de origen africano hacen que el sincretismo sea un gesto natural del nordestino.
Aunque comenzara su carrera acompañando al gran Milton Nascimento, logró atraer la mirada musical de su país al trabajar con músicos como los argentinos Gato Barbieri y Agustín Pereyra Lucena…
… y luego Don Cherry, Ron Carter, o Pat Methíny.
Fue, además, uno de los primeros músicos que independizó al berimbau, al hacerlo actuar como solista junto a una orquesta sinfónica.
Admirador del compositor brasilero Heitor Villalobos, Naná toma un impulso desde las mismas raíces de la música popular y religiosa nordestina con una capacidad visual que plasmó en los discos que hizo junto a otro gran explorador como Egberto Gismonti, y en todas sus creaciones para bandas sonoras de películas y agrupaciones de teatro y danza contemporánea.
Naná Vasconcelos ha desarrollado una técnica de percusión corporal que practica no sólo en sus grabaciones y conciertos sino en sus talleres destinados a transmitir nociones rítmicas corporales.
Estos conceptos, además, los aplica en su Pernambuco natal en un programa de desarrollo social para niños carenciados, obra que él mismo sostiene.
Para Naná Vasconcelos, la música es algo sagrado.
El texto de este programa fue extraído de un artículo titulado EL PULSO VITAL: Nana Vasconcelos, músico de la naturaleza, de Diego Ramos.
El disco escuchado hoy fue AMAZONAS, de 1973, y en el que Naná Vasconcelos actúa solo en berimbau, percusión y voz..
Dedicamos el programa a la pobre paica arrabalera que quedó sin corazón.