Los Hijos de los Días
Enero 8: No digo adiós
En 1872, por orden del presidente de Ecuador, fue fusilada
Manuela León.
En su sentencia, el presidente llamó Manuel a Manuela,
para no dejar constancia de que un caballero como él estaba
enviando al paredón a una mujer, aunque fuera una india
bruta.
Manuela había alborotado tierras y pueblos y había alzado a
la indiada contra el pago de tributos y el trabajo servil. Y
por si todo eso fuera poco, había cometido la insolencia de
desafiar a duelo al teniente Vallejo, oficial del gobierno,
ante los ojos atónitos de los soldados, y a campo abierto la
espada de él había sido humillada por la lanza de ella.
Cuando le llegó este último día, Manuela enfrentó al
pelotón de fusilamiento sin venda en los ojos. Y preguntada
si tenía algo que decir, contestó, en su lengua:
—Manapi. Nada.