Juan 20,15
Pascua es la invitación de Dios a dar un salto en nuestra fe, y la pregunta ¿Por qué lloras? que recibe María Magdalena de los ángeles y del Resucitado, insinúa dicho salto.
María, ahogada por la angustia, sólo alcanza a ver el dato más superficial y factual de lo que acontece: el cuerpo de Jesús no está en el sepulcro, por lo tanto, alguien lo sustrajo. Pero la pregunta repetida ¿Por qué lloras? sugiere que ha sucedido algo mucho más profundo que la conclusión a la que María llegó a partir de lo que la realidad mostraba a simple vista.
El cuerpo de Jesús no estaba donde María esperaba encontrarlo porque Jesús había resucitado; y porque resucitó, la vida puede y debe ser vista desde una perspectiva más profunda y trascendente que aquella que la realidad ofrece como sentido obvio, primero y aparentemente definitivo.
El salto de fe al que la resurrección llama, pasa por no creer que lo que sucede, lo que nos toca vivir, sólo se define por lo que percibimos y experimentamos a flor de piel. La resurrección es una puerta de sentido que Dios abre en la comprensión directa y lineal de la realidad, para permitirnos vislumbrar confiada y esperanzadamente que lo que ahora no se ve es más real y significativo que lo que parece romper los ojos.
Porque Jesús resucitó. Lo que hoy sólo vemos como angustia, tristeza y dolor, lleva escondido un sentido nuevo que puede ser descubierto al impulso de ese salto de fe al que somos convocados.
Oración
Ayúdanos a ver, Señor, lo que hoy no podemos ver.
Raúl Sosa
Juan 20,11-18