Hebreos 12,28
No sólo puede sacudirse la tierra a veces de manera muy violenta, sino que la humanidad misma se sacude con mayor o menor intensidad en muchas partes, conmovida profundamente por severos conflictos surgidos por la injusta distribución de la riqueza, por la desigualdad de oportunidades, por la falta de libertad y la vigencia de los derechos humanos. La humanidad se conmueve por la guerra que involucra a cada vez más países y tiene desgarradoras consecuencias para tanta gente. La humanidad se conmueve por la tragedia de los cientos de millones de inmigrantes y desplazados en todas partes del mundo.
Tal vez el autor de Hebreos sintió el temblor y vio desmoronarse la sociedad de su tiempo al sufrir el azote de sus grandes males. Por eso habrá compartido con mucho convencimiento y para animar a otros su experiencia de fe en Dios y su reino, en el cual es posible permanecer firmes y seguros cuando nada está firme o seguro sobre esta tierra. Por otra parte, el hecho de haber recibido un reino inconmovible es una bendición de Dios que al ser reconocida sólo puede resultar en un servicio agradecido a Dios, como a él le agrada, y con minucioso cuidado. Es como si quien escribe dijera: “ese reino que es inalterable por todos los tiempos, nos fue dado para que lo anunciemos agradecidos con palabras verdaderas y toda clase de buenos frutos”. Dios quiera concedernos que en nuestro servicio a él podamos ver cómo se hace visible su amor, y por su gracia nos lleve también a vivir en una sociedad en que no seamos ya sacudidos por la fuerza y la violencia del mal, sino que podamos compartir la buena convivencia de una sociedad en que reinen la paz, la justicia y la verdad. Amén.
Delcio Källsten
Hebreos 12,25-29