Hebreos 1,14
Hubo un tiempo, en que la gente creía en los ángeles y que estos eran los intermediarios entre Dios y el hombre; eran considerados los sirvientes de Dios enviados a ayudar a todos aquellos que creían en Dios para que alcanzaran así la salvación.
Pero este pasaje desplaza a todos estos seres que la humanidad y Dios habían puesto, aparte de Jesús, porque suponía que gracias a ellos el hombre podía acercarse a Dios.
Este relato transforma e inaugura un nuevo mediador que es Jesús como único y verdadero intermediario entre Dios y el hombre, y que es él el único que puede hacer que heredemos la salvación. Es al que Dios envió al mundo para enseñarnos acerca de las obras de Dios y para guiarnos en un camino lleno de fe, amor y justicia; y por medio de su gracia podemos recibir en herencia la salvación.
Por lo tanto les invito a que recordemos las palabras de nuestro Señor Jesucristo: Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí, y que podamos llevar una vida al servicio de nuestro Señor y llevar su mensaje a otros para que por medio de Jesucristo también alcancen la salvación.
Quiera Dios que sepamos darle el valor necesario a su palabra y podamos vivirlo todos los días en nuestras vidas.
Cuando recuerdo el amor divino que desde el cielo al Salvador envió, aquel Jesús que por salvarme vino, mi corazón entona esta canción: ¡Cuán grande es él! ¡Cuán grande es él! (Canto y Fe N° 183).
Rufina Rapp
Hebreos 1,5-14