Deuteronomio 15,1-2
Perdón.
“¿Perdonar las deudas? Si yo trabajé, luché, me esforcé para salir adelante, para tener lo que tengo. Puedo prestar plata porque supe trabajar y juntar, y por sobre todo, cuidar mis cosas; más de una vez me privé de muchas cosas para no malgastar…”
Toda persona que le haya prestado algo a alguien le perdonará sus deudas…
“Eso no puede ser; eso es injusto; ¿para qué trabajé si ahora le voy a perdonar la deuda?; si me pidió prestado, pues, que me devuelva lo que le presté…”
¡Qué tema complejo y complicado!, ¿no te parece? ¿Tienes algún acreedor? O, ¿le prestaste plata a alguien? ¿Estás dispuesto a perdonarle su deuda? ¿Esperas que tu acreedor te perdone?
El capital se ha convertido en un fin en sí mismo. Por él hay familias que se destruyen, hay países que hacen guerras sin importar cuántas vidas se perderán, ya que el objetivo es apoderarse de algo: capital, tierra, petróleo, agua, etc.
Sin pretender agotar el tema aquí, quiero invitarle a reflexionar sobre su relación con las cosas, con el dinero, con el capital que tiene o no tiene… ¿Qué lugar ocupa el mismo en su vida?
¡Cuidado! Que las cosas, el dinero, no se conviertan en un fin en sí mismo; ¡Cuidado! Que el tener no sea sólo para tener más, y cuando tengas más, buscar tener más… ¡No te olvides de ser!
El texto bíblico nos recuerda que el capital, el dinero, las cosas deben servirnos para vivir, y evitar caer en el error de vivir para servir a las cosas.
Que Dios te bendiga y te ayude a encontrar el equilibrio en lo que necesitas para vivir, y así evitar vivir para tener; y que de esa manera no vivas para tener, sino que tengas para vivir.
Ricardo Becker
Deuteronomio 15,1-11