Hebreos 2,1 y 10
Los seres humanos somos en general débiles. Con frecuencia tropezamos y nos apartamos del camino, y cuando las cosas van bien en nuestra vida nos olvidamos de Dios, de Jesús. Y cuando estamos pasando por momentos malos nos desesperamos por buscar ayuda, y muchas veces terminamos recurriendo nuevamente a intermediarios secundarios como los ángeles
(Hebreos 1,5-14).
He aquí que gracias a que Dios quiere que gocemos de su gloria y no nos apartemos del camino, envió a Jesús, quien nos ayuda a discernir entre lo que es bueno y lo que nos aparta del camino. Además, el Señor está junto a nosotros para darnos fuerzas, consuelo y una nueva oportunidad, aun cuando los tropiezos vengan en los momentos de soledad, debilidad y angustia. ¡Ten fe, y no te apartarás del camino del Señor!
Jesús nos enseña que la fidelidad a Dios es el único camino que tenemos para salvarnos por medio de él. Porque el tener poder sólo viene de él, que siempre ha sido fiel con su pueblo, y se fundamenta en el amor.
Gloria al Padre, que es fuente de toda bendición; gloria a Cristo, su Hijo, que nos da la salvación y al Espíritu Santo que nos une en comunión. (Canto y Fe N° 296)
Rufina Rapp
Hebreos 2,1-10