Hebreos 13,16
Puede ser que estemos haciendo el bien, incluso en gran medida. Puede que pensemos que podríamos estar haciéndolo con mayor dedicación y generosidad. Pero estaremos de acuerdo, el pecado es olvidarnos de hacer el bien. Porque lo que provoca gran angustia en una persona necesitada, es comprobar, justamente que se han olvidado de responderle y de hacerle el bien, que ya no está presente en la preocupación del vecino, de las autoridades o de quien fuera que debería tener buena memoria de su responsabilidad de servir.
Con frecuencia estamos olvidándonos de algo. Nos olvidamos de detalles y olvidamos también cosas muy importantes. Es un defecto que nos trae pequeñas y enormes dificultades. Si olvidamos hacer el bien y de compartir, incluso con quien tenemos muy cerca o cuya necesidad vemos claramente, es algo grave y debiéramos cambiarlo. Si no nos esforzamos en ponerle remedio, las consecuencias las sufre en primer lugar la persona que dejamos de ayudar y con la cual no compartimos para atender su necesidad. Pero también nos hace daño a nosotros, porque si no recuperamos la buena memoria y continuamos “olvidando” lo que nos toca hacer por el bien de los demás, nos exponemos peligrosamente a volvernos personas solitarias; en la soledad terrible que nos trae el no poder solidarizarnos. Además nos sumamos a quienes, muchas veces carentes de sensibilidad, prefieren hacer “invisible” lo que le pasa a su prójimo, antes que intentar compadecerse y tener amor.
Dios nos ayude a recordar siempre y a no olvidar nunca de hacer el bien y de compartir con otros lo que tenemos. Amén.
Delcio Källsten
Hebreos 13,15-25