Las estadísticas de la Comisión de Béisbol consignan que en la XXXIII (1993-1994) bajo la batuta de Frank Pantoja La Isla logró ubicarse, por primera vez en su historia, en la octava posición con 35 victorias y 30 fracasos.
Pero… ¿Quién es Antonio Fernández Alzamora?
Así chiquitico como soy, tenía grandes posibilidades de estar en el primer equipo de la Isla que participó en series nacionales, pero salí a cumplir misión internacionalista a Etiopía durante un año y cuatro meses, por ese motivo quedé en la reserva. Para la serie 18 ya estaba en Cuba y formé parte de la nómina regular, refiere.
Mi historia deportiva fue efímera, jugué el shortstop hasta que Juan Carlos Calvo Valdés pasó de los juveniles al equipo grande, él tenía muchas más cualidades como pelotero, mientras yo era uno de los “utilities”, a veces salía a correr por otro atleta o jugaba en el center field, narra.
Pero en mi corta carrera como atleta tengo el orgullo de haber atrapado un posible cuadrangular de “El Gigante del Escambray” Antonio Muñoz Hernández cuando jugábamos la subserie Sancti Spíritus-Isla de la Juventud, habla emocionado.
Recuerdo que los jardines los defendían Raimundo Vázquez, y los hermanos Pedro y Pablo Pérez García, quienes eran malos atrapando rollings, y a mí me iba mejor por mi condición de infielder, Luis Zayas (director) me pone a jugar en el center y cuando protagonicé la hazaña me dejó como regular en esa subserie, ríe.
En otra ocasión salgo al terreno, por el shortstop Reinaldo Herrera Ortega (fallecido), frente al conjunto Metropolitanos, choco con la rodilla de Enrique Bencomo, jardinero izquierdo y pierdo el conocimiento por fractura en el tabique, desperté en el Hospital Covadonga del habanero municipio del Cerro.
Ahí se acabó la serie para “Mirringuita”, dice apesadumbrado.
Llevo la pelota en la sangre
Me hubiera encantado ser entrenador de béisbol, expresa quien es reconocido entre sus fraternos como “Mirringuita”, vuelve a reír. Todavía está vívido en su recuerdo aquel momento histórico en que La Isla se enfrentó a Industriales en el Latino durante las postrimerías de la XXXVIII Serie.
Bajo la conducción de un antiguo coequipero Armando Jonhson Zaldívar, los muchachos convertidos en “Santanillas” picaron duro y le dieron el alegrón a su afición de ocupar el tercer lugar del campeonato.
Yo estaba ahí, me dieron permiso en mi centro de trabajo para viajar a La Habana y estar en la comisión de embullo en el Latino, aquello fue terrible, la gente llorando con un sentido de pertenencia, y entre los llorones aquellos… yo, cuenta mientras trata de convertir la mueca en sonrisa para evitar la lágrima.
Otro de los momentos de gloria, fue cuando dejamos fuera a Pinar del Río durante la serie 54, la emoción me hizo saltar al terreno, los muchachos, convertidos en Piratas bajo la égida de José Luis Rodríguez Pantoja, se batieron duro y nos regalaron el botín del subcampeonato, dice desbordado de entusiasmo.
Tengo el orgullo de haber practicado un deporte que además de acentuar identidad, ha aportado grandes hombres a la pelota cubana desde Tomás Miquillón Ortiz (único jugador profesional antes de la Revolución) hasta Carlos Yánes Artiles, Alexander Ramos Rabel y Michel Enríquez Tamayo, aún en activo.