no te vayas a parís,
dejame otro viernes en la almohada
¿para qué parís?,
quedate aquí
con tus pechos heridos,
en el verano del vidrio,
en la efímera ginebra
de la lisura de tu espalda,
quedate aquí
mirá las cañas,
mirá desgarrarse el domingo de la sangre
en los espacios azules de tus párpados
y estas inútiles palabras,
mirá refugiarse el invierno,
en la pequeñez dormida de una lágrima,
no te vayas a parís,
no ves que nosotros nunca
tendríamos menos septiembres
si nuestras sangres se juntaran
en esta neblina sudamericana
septiembre de 1989