CONTROL CARACTERÍSTICA CONSULTORIO
DOCTORA Amigas, amigos, ¿qué tal, cómo están? Hoy quiero invitarlos a un experimento que ocurrió en un zoológico… ¿Me acompañan?
CONTROL MÚSICA ALEGRE
EFECTO MONOS
MUJER Tres chimpancés recién nacidos fueron alimentados por tres mamás diferentes. La primera mamá era de alambre y tenía atado un biberón con leche. La segunda mamá era de peluche, y también llevaba amarrado un biberón. Y la tercera era la mamá real, una chimpancé que daba la teta a su monito. Los resultados demostraron que el tercer chimpancé se desarrolló más fuerte, más saludable… y sobre todo, más feliz.
CONTROL MÚSICA ALEGRE
DOCTORA ¿Y a qué viene este cuento de monas y monitos, se preguntarán ustedes? Hagamos una encuesta, a ver quién me explica por qué el tercer monito se desarrolló mejor que los otros dos.
EFECTO TELÉFONO
DOCTORA ¿Tan rápido?... ¿Aló?
MUJER Soy Lourdes García…
DOCTORA ¿Y desde dónde llama la amiga Lourdes?
MUJER Desde el barrio Los Placeres.
DOCTORA Lindo nombre para un barrio. Y dígame, Lourdes, ¿qué piensa de la historia de los tres monitos?
MUJER Bueno, doctora, cualquiera sabe que la leche materna es lo mejor para el desarrollo de una criatura.
DOCTORA Claro que sí. Pero en el experimento que les conté no fue solamente la leche. Lo decisivo fue la piel.
MUJER ¿Cómo la piel?
DOCTORA El contacto físico. Piel con piel.
MUJER ¿Que la mamá lo abrazaba, lo acariciaba?
DOCTORA Eso, porque el niño o la niña necesitan tocar la piel de la madre... Y del padre también. Fíjense, los investigadores han descubierto que en la superficie de nuestra piel se encuentran distribuidos casi tres millones de sensores, de células muy sensibles que reaccionan al dolor, al frío… y a las emociones. Así como necesitamos ver, oír, oler y saborear... también necesitamos tocar. Tocar y que nos toquen.
EFECTO TELÉFONO
HOMBRE Es la primera vez que escucho su programa, doctora Miralles…
DOCTORA Pues qué bien… Un nuevo oyente del consultorio…
HOMBRE Y le diré que una vez leí en no sé qué libro -usted me corrige si me equivoco- una vez leí que en las sociedades donde no se acaricia a los niños, éstos presentan un índice más elevado de violencia cuando son adultos. ¿Eso es cierto?
DOCTORA Póngale sello, amigo mío. Y no sólo con los niños y las niñas. Lo mismo ocurre en las parejas. La falta de caricias causa frustración, agresividad. Para las mujeres, la frustración es todavía mayor. ¿Sabe por qué?
HOMBRE Eso no lo sé, no estaba en el libro que leí.
DOCTORA Porque la piel femenina es más sensible que la de ustedes, los varones. Nuestros sensores del tacto están mucho más desarrollados que los masculinos.
EFECTO TELÉFONO
DOCTORA ¿Sí, dígame?
JOVEN Usted, doctora, como mujer al fin, es… ¿cómo diré yo?... Muy romántica.
DOCTORA Pues qué bueno, amigo mío. Y espero no ser la última romántica, como diría Nicola di Bari.
JOVEN No es eso, doctora. Es que yo demuestro el amor de otra manera...
DOCTORA ¿Cómo, por ejemplo?
JOVEN Con mi trabajo. Yo soy mecánico. Me parto el lomo todo el día para llevar el dinero a casa. ¿Eso no es amor, eh?
DOCTORA Claro que sí…
JOVEN Entonces, menos palabritas, menos acariciaditas… y más acción.
DOCTORA Amigo mío, le diré que usted sabrá mucho de motores, pero muy poco de mujeres.
EFECTO TELÉFONO
DOCTORA ¿Sí, aló?... ¿Quién es ahora, la mujer del mecánico?
MUJER La mujer de otro tan seco como ese hombre que llamó.
DOCTORA ¿El suyo tampoco es muy cariñoso que digamos?
MUJER Nada, doctora. A mí me gusta tocarlo, abrazarlo con ternura... Pero él sólo está pensando en meter mano. Después de hacer el amor, da media vuelta y se queda dormido.
DOCTORA ¿Y durante el día?
MUJER Durante el día, si te he visto, no me acuerdo. Él dice que no tiene tiempo para ñoñerías.
DOCTORA Escuchen, varones. La represión cultural, la crianza machista y hasta la misma piel del varón, más gruesa y menos sensible que la nuestra, los han vuelto a ustedes toscos, torpes, poco afectuosos.
EFECTO TELÉFONO
HOMBRE ¿Y qué quiere usted que hagamos, doctora? ¿Qué estemos con cariñitos y besuqueos?
DOCTORA ¿Y por qué no? Bueno, cada quien que busque su forma y su modo. Pero si a tu pareja le gusta que le tomes la mano o la abraces o le hagas cosquillitas... ¿por qué no hacerlo? Y no solamente con tu compañera, sino con tus hijos, con tus hijas. Abrázalos, acarícialos, juega con ellos... No seas tacaño con las manos. Acuérdate de los tres monitos. Así que, aunque por radio no se toca, les mando a todos y a todas un abrazo fuerte, apretado, así, bien sentido… piel con piel. ¡Chao!
BIBLIOGRAFÍA
Walter Riso, Deshojando margaritas, Norma, Colombia 1994.