Ahora que vuelvo por mis fueros
de sombra devorada
ahora que sostengo este puño
de sangre acorralada
detrás de las costillas...
con toda su muerte cotidiana...
ahora, digo...ahora
que alimento esta hélice
de nocturnos hambrientos
de niños vulnerados
de pecados antiguos
golpeándome las puertas
de todas las mañanas...
ahora que me miro
en mis propios espejos
y ya no reconozco
ni un ademán...ni un gesto
de lo que fue el estío...
ahora no me sirven
las palabras de arriba
no me sirven las viejas estatuas
de haber sido...
Sólo queda esta sangre
trepada de impotencia
sólo queda una fruta...
amarga y sin frescura.
¿Por dónde irá mi sueño
a rescatar las manos
a desatar los nudos
que llevan al verano?
¿A dónde irá este tango
con su molienda a cuestas
de aquello que fue cierto
cantando en mis esperas?
No se. Pero esta tarde
las manos están secas.
La arena ha caído
más allá de otros días.
Y en el aire circulan
palomas extranjeras
Majoka Coderman