Poemas de Luna Nueva
¿De dónde vine yo? ¿Dónde me encontraste?, pregunta el niño a su madre.
Ella llora y ríe al mismo tiempo, y estrechándolo contra su pecho le responde: Tú estabas escondido en mi corazón, amor mío, tú eras su deseo.
-Estabas en las muñecas de mi infancia; y cuando, cada mañana, yo modelaba con arcilla la imagen de mi dios, en verdad te hacía y deshacía a ti.
-Estabas en el altar junto a la divinidad de nuestro hogar; al adorarla, a ti te adoraba.
-Has vivido en todas mis esperanzas, en todos mis amores, en toda mi vida y en la vida de mi madre.
-El Espíritu inmortal que preside nuestro hogar te ha albergado en su seno desde el principio de los tiempos.
-En mi adolescencia, cuando mi corazón abría sus pétalos, tú lo envolvías como un flotante perfume.
-Tu delicada suavidad aterciopelaba mis carnes juveniles, como el reflejo rosado que precede a la aurora.
-Tú, el predilecto del cielo; tú, que tienes por hermana gemela la primera luz del alba has sido traído por la corriente de la vida universal, que al fin te ha depositado sobre mi corazón.
-Mientras contemplo tu rostro, me siento sumergida en una ola de misterio: tú, que a todos perteneces, te has echo mío.
-Te estrecho contra mi corazón, temerosa de que escapes. ¿Qué magia ha entregado el tesoro del mundo a mis frágiles brazos?