Hace algún tiempo cuando los carros llegaron por primera vez a los caminos, un burro, una cabra y un perro tomaron un taxi.
Estaban muy, muy lejos del pueblito donde vivían.
Cuando llegaron al primer pueblo, el burro le tocó al chofer en el hombro. "Aquí me bajo yo" dijo. "Cuanto le debo?"
"Son tres mil francos," replicó el taxista.
El burro pagó, y permanecieron en el carro la cabra y el perro.
La cabra no permaneció mucho tiempo más. Brincó del taxi, y se perdió en la maleza.
Por fin el perro llegó a su destino. "¿Cuanto es?" preguntó. "Son tres mil francos," contestó el taxista.
El perro sacó una nota de cinco mil francos. El chofer la tomó y arrancó su carro velozmente, riendo a carcajadas.
Es por esto que un burro, una cabra y un perro reaccionan tan diferente al ver a un carro acercarse por el camino.
El burro permanece justo en donde se encuentra. Dejan al chofer manejar a su alrededor. Saben que ya pagaron, y que no han hecho anda malo, por lo que no deben avergonzarse.
Al momento de que un carro se acerca por un camino en donde se encuentra una cabra, ésta escapará a toda velocidad, pues sabe que no pagó la tarifa, y que el taxista la está buscando para cobrar su dinero.
Pero los perros pasan los días enteros persiguiendo carros, buscando a aquél chofer que en esa ocasión los estafó.