Esta misma coincidencia, es la materia misma de la música. La creación libre y necesaria constituye su tejido.
Y esto es posible sólo porque la música se desarrolla en el tiempo. Un tiempo que corta el tiempo ordinario, sin anularlo.
Hoy, en paralelo a estas postulaciones, en LPMR, vamos a escuchar expresiones musicales folklóricas de la Provincia de Imbabura, de Ecuador.
La música es a la vez sucesiva y simultánea. Las notas y los sonidos se encadenan y se disuelven permitiendo la llegada de nuevos sonidos.
Si el intérprete posee una memoria panorámica de una obra, en el oyente sólo hay una presencia actual de los sonidos pasados en el presente. Todo lo producido antes califica lo de ahora.
Lo que se escucha en el presente sería distinto si lo hubieran precedido otros sonidos y ritmos. Estos, entonces, no se disuelven del todo.
Por esto, la educación en la música, en esa receptividad activa, precisamente aborda ese algo que pasa y no pasa.
El oyente no es indiferente a lo que va a llegar mientras escucha.
A causa de la tonalidad, el oyente se sitúa en una nota que reclama naturalmente otra: una dominante, por ejemplo. Tenga lugar o no su aparición.
El presente de la música (eso que suena ahora) implica tanto la presencia orgánica de su pasado, como la de todo lo que se espera.
Un presente que incluye pasado y futuro, y que tiene una cierta duración. Tal vez, este presente “ensanchado” es lo que representa una “miniatura de eternidad”.
Gracias a esta miniatura de eternidad, las personas pueden crear melodías.
El pasado se reúne con el presente, y en éste se espera el futuro: en esto consiste la melodía.
Y esto es lo que permite que la música sea a la vez imprevisible y sujeta a su naturaleza.
La música se parece en esto a la catarsis de la tragedia griega, al final trágico que resuelve la contradicción.
El texto del presente programa pertenece al libro “Tiempo y música”, de la escritora suiza Jeanne Hersch, publicado en 1990.
Hoy, en LPMR, escuchamos diversas expresiones folklóricas del Ecuador, concretamente del cantón de Cotacachi, en la Provincia de Imbabura.
Se trata de grabaciones no profesionales de músicos populares que conforman el acervo histórico y cultural de la región.
Estas composiciones pertenecen a los pueblos Kichwa kotacachi, Kichwa otavalo, Natabuela, Kayambi, Karanqui, Kotacachi, Zámbisa, Otavalo, y Kotacachi mestizo.
Las primeras 15 composiciones constituyen música ritual indígena, y en las 4 siguientes se trata de música mestiza. Su carácter va desde la celebración del Hatun Puncha (es decir, El Tiempo Mayor), música de matrimonios, danza de los Yumbos y Corpus Cristi, entrada del coraza en el mes de Septiembre, o festivo.
Su complejidad y pureza merece un abordaje especìfico en otro momento, que ya anunciamos.
El cantón de Cotacahi se caracteriza por celebrar visiblemente en sus calles la pertenencia de afamados músicos ecuatorianos a su territorio.