Green está dolido por él y por sus vecinos que también perdieron familiares y propiedades en el Noveno Distrito de Nueva Orleans.
Pero también está contento por quienes quedaron vivos y han vuelto para reconstruir casas y relaciones.
Por eso Green organizó un funeral de jazz por las calles de su vecindario en memoria de sus seres queridos.
Hoy, en LPMR, música para funerales en Nueva Orleans.
Mientras se congregan los asistentes, el evento tiene un cierto aire solemne, que es cortado de pronto por el sonido de la trompeta y el redoblar del timbal que marca el inicio del funeral.
Inmediatamente el cortejo responde con palmas y bailes, y empieza una procesión danzante que más parece un carnaval que una conmemoración luctuosa.
En el "jamming" o "descarga" de la banda de metales que sigue a los familiares, se unen los vecinos y algunos curiosos que aprovechan para tomar la calle como pista de baile.
Es la famosa "segunda fila" de las marchas de Nueva Orleans: aquellos que aunque no conozcan a los deudos se suma a la procesión anticipando fiesta.
En este caso, en la segunda fila también hay deudos. Este es un funeral colectivo, porque se trata de la zona de la ciudad donde hace cinco años el desastre dejó la mayor cantidad de víctimas.
"Ves que hay alegría en el cuerpo, pero estamos tristes en el corazón porque hay gente que no está con nosotros. Así que bailamos por ellos", dice Adel, una joven que también perdió a su madre durante las inundaciones que afectaron el distrito.
Aunque me es difícil compaginar lo doloroso del recuerdo con la alegría del evento, de pronto siento que lo que dice Adel tiene sentido.
La música es contagiosa, pero hay en la manera de bailarla que recuerda que no se trata de una fiesta, que esto es un funeral.
Tras desandar la distancia del árbol del recuerdo hasta la casa de Green, la banda cierra su sesión, estallan los aplausos y corren las lágrimas.
Los vecinos se abrazan compartiendo el dolor de lo que les pasó cinco años atrás.
En Nueva Orleans los muertos se recuerdan con música.
La capacidad de crear música es lo que no se llevaron las inundaciones. Con música nutren el espíritu colectivo que se apuntala en la desgracia compartida.
En muchas culturas, los funerales transcurren con un silencio tibio, sólo el murmullo de la gente al hablar lo rompe.
Sin embargo, las costumbres funerarias de las que vamos a hablar hoy nada tienen que ver.
Aquí, donde el misterio camina tranquilamente entre sus calles, tierra de vampiros, de fantasmas y con una gran creencia hacia el vudú, se despiden de sus seres queridos a golpe de notas musicales. Hablamos de Nueva Orleans.
Es conocido como funeral jazz, aunque este término es erróneo pues la descripción preferida es “funeral con música” ya que el jazz propiamente dicho no es el objetivo principal de la ceremonia.
Esta tradición funeraria se originó a principios del siglo XX.
El pasado colonial de Luisiana, las prácticas espirituales africanas y la amalgama de culturas allí establecidas, ayudó a que se comenzara a “celebrar” la vida vivida de quien ya no está, para que los espíritus protejan al difunto.
Un funeral musical comienza desde el mismo momento que el fallecido es trasladado al cementerio. Puede salir desde su casa o la iglesia.
El féretro es portado por los familiares, y ya desde aquí la banda comienza con melodías fúnebres e himnos religiosos; las personas siguen este ritmo con paso lento y penoso, en el fondo es la despedida de un ser querido.
Algunos de los asistentes suelen llevas vistosas sombrillas de mil colores que contrastan con el negro utilizado por el luto.
El arca es introducida en un carruaje funerario tirado por caballos; la banda sigue tocando su profunda melodía, y el cortejo fúnebre sigue las notas musicales hasta que llegan al cementerio.
Luego de la despedida, la banda suele hacer un cambio: la música se vuelve más optimista.
Esto se debe a que esta es su forma más honrosa de decir adiós al fallecido, celebrando el tiempo que estuvo entre ellos, compartiendo, enseñando y aprendiendo.
El texto de este programa fue extraído de dos fuentes: un artículo de Carlos Chirinos del 30 de agosto de 2010 para la BBC Mundo; y del blog Guía de cementerios de 2017.