Nos tranquiliza o nos activa, nos ayuda a dar salida a nuestras emociones, nos incita a movernos, activa nuestra memoria… pero sobre todo nos produce placer.
Científicos del Instituto Neurológico de Montreal (Canadá) han averiguado qué regiones del cerebro están implicadas en esa sensación placentera asociada a la música.
Y curiosamente son las mismas que se activan con la comida, la bebida o el sexo:…… en especial un lugar llamado núcleo accumbens, una estructura del cerebro que forma parte de los núcleos implicados también en el movimiento.
Los investigadores canadienses han sido capaces de predecir cuánto estaría dispuesta a pagar una persona por adquirir una melodía que acaba de escuchar por primera vez…… midiendo la actividad en el núcleo accumbens.
Para llegar a esta conclusión, reclutaron a 19 voluntarios, diez mujeres y nueve hombres, para que escucharan 60 fragmentos musicales, especialmente diseñados para reflejar los gustos individuales.
Los participantes tenían la posibilidad comprar con su propio dinero las melodías que más les gustaran utilizando una plataforma ficticia, similar a i-tunes.
Con este ingenioso método conseguían convertir la sensación placentera subjetiva que les producía escuchar la música nueva en un valor objetivo: el precio que estaban dispuestos a pagar por ella.
Mientras escuchaban la música y decidían si la compraban o no, el cerebro de los participantes estaba siendo sometido a una resonancia magnética funcional.
Así, los investigadores pudieron observar que cuanto más les gustaba a los participantes una melodía, más activo aparecía el núcleo accumbens y la probabilidad de que la compraran era mayor.
Los muchachos del Instituto Neurológico de Montreal aclaran que esta estructura del cerebro no es la que establece directamente el grado de placer que nos produce una melodía, sino que sirve de centro integrador.
El valor subjetivo placentero que damos a una determinada música depende la combinación de sensaciones sensoriales y cognitivas que están influidas también por el estado afectivo.
Parte de la información complementaria llega desde la zona del cerebro que procesa los sonidos, las cortezas auditivas…
…donde también se almacena información sobre sonidos o estructuras sonoras previamente escuchadas, que pueden considerarse más gratificantes por ser más familiares.
Las imágenes del cerebro de los voluntarios que estaban dispuestos a comprar una melodía dejaban ver claramente que cuanto mayor era el precio que pagaban por la música…… más activa aparecía la conexión entre la corteza prefrontal y el núcleo accumbens.
De lo que deducen que para establecer el placer que nos causan estímulos como la música, las zonas más evolucionadas del cerebro, como el lóbulo prefrontal, tienen un papel decisivo…… ya que están implicadas en analizar lo que percibimos y asignarle un valor placentero.
Hoy, en LPMR, escuchamos música grabada por el efímero dúo formado por el pianista argentino Enrique Mono Villegas y el saxofonista Ara Tokatlián, entonces integrante del grupo de rock Arco Iris.
El disco se llamó “Inspiración”, y fue lanzado en 1975, con la participación de Guillermo Bordarampé en bajo y Dana Winica en voz.
“Al Mono le gustaba nuestra música. Y nosotros moríamos por él. Por su lucidez, su locura creativa, su talento musical. Estábamos ligados por algo mágico."
De ese modo, Ara Tokatlián resumía hace 20 años las razones que lo llevaron a reunirse, en los tempranos '70, con Enrique Villegas, uno de los pianistas emblemáticos del jazz en la Argentina.
Los textos del presente programa pertenecen a dos fuentes:
Primero, al artículo titulado “Descubren las estructuras cerebrales implicadas en el placer al escuchar música”, perteneciente a PILAR QUIJADA, publicado el 11 de Abril de 2013 en la página ABC punto es Ciencia.
Segundo, al artículo “Un diálogo libre y trascendental”, publicado por Eduardo Slusarchuk en un diario del círculo rojo el 5 de Enero de 2010.