Fue uno de los bajistas más importantes de todos los tiempos en Cuba, dijo el percusionista Amadito Valdez, también parte de Buena Vista, y uno de los amigos cercanos de Orlando.
Era el último que quedaba en la generación de bajistas estelares de este país.
Hijo de Orestes Macho López, y sobrino Cachao López, Cachaíto fue la segunda generación de la saga abierta por ese par de virtuosos en el primer tercio del siglo pasado.
Orlando fue el bajista titular de Buena Vista Social Club desde que se formó ese All Stars a mediados de los 90.
Es el único músico que está en todos los discos de la banda, con la cual vivió todos los momentos estelares.
Como una gira triunfal por Europa, una presentación en el Carnige Hall de Nueva York, el documental de Win Wenders, y el premio Granny en 1997.
También intervino en el disco Raim en el mundo Cuba, en el que el productor británico Kenny Young reunió a músicos de la isla con anglosajones como Sting y Radiohead para recaudar fondos en beneficio de los damnificados del tsunami asiático de 2004, y el huracán Katrina de 2005.
Cachaíto, sobre todo, nos deja la fuerza de su sonido en una amplísima producción de la discografía cubana contemporánea.
Está en obras como La novia del Feeling, de Omara Portuondo, en grabaciones de Arturo Chico O`Farrill, y desde luego era el bajista favorito de Peruchín, el pianista Pedro Justiz.
Ejecutante precoz, dedicado a la música desde la adolescencia, Orlando López ya tocaba en una charanga a los 13 años con su tía Coralía.
A los 17 logró entrar a una de las más célebres agrupaciones de ese género, Arcaño y sus maravillas.
Allí, su padre y su tío no sólo fueron solistas destacados, sino que expandieron el danzón tradicional hasta crear el ritmo que sacudió a la juventud hace 6 décadas: el mambo.
Cachaíto trabajó en la orquesta del cabaret Bambú en los años 50 y llegó a la Riverside, agrupación estelar de la época, en el formato de jazz band.
En 1960, ingresó a la Sinfónica Nacional, y luego estudió contrabajo con el checo Karel Koptiva.
Bajista excepcional, que me atrevo de llamar total, capaz de tocar con excelencia suprema cualquier género musical cubano o extranjero, según palabras del crítico Orlando Matos.
Con su producción como solista, según confesó a Matos, Cachaíto buscaba recrear el ambiente de la “descarga”…”mi mundo, pero en el que no me conocían”.
Se refería a las sesiones de jazz afrolatino de los años 50, en las que participaba de forma muy activa su tío Cachao, a quien se debe la idea de grabar aquellas jornadas de improvisación con ejecutantes como Frank Emilio Flynn, Bebo Valdez, y Peruchín entre otros.
Orlando López nació en La Habana en Febrero de 1933.
Su pasión por la música proviene de ese gen que define a los grandes músicos y que heredó por derecho propio del entorno familiar, pues los miembros de su familia casi al completo tocaban y dominaban algún instrumento.
En su infancia acompañaba a su padre Oretes López a las sesiones y ensayos de las orquestas donde éste trabajaba.
Este contacto diario con la música definió su vocación y profesión futuras.
Y así se inició en el estudio del violín, el violoncelo, y posteriormente se especializó en el contrabajo.
Oralndo López, Cachaíto, fue un maestro y virtuoso en la interpretación de su instrumento, el contrabajo, desarrollando un estilo preciso y depurado, sin duda fruto de su formación clásica.
(Texto extraído de la página ECURED).