Uno de ellos, John Scofield. El otro, Bill Frisell.
Frisell nació en Baltimore y debutó al lado de maestros como Jim Hall, Carla Bley o Mike Mantler.
Desde entonces, es uno de los músicos más reclamados por gentes como Charles Lloyd, John Zorn, Ry Cooder y Charlie Haden o Paul Motian en vida.
Frisell es un experto usuario del pedal steel guitar.
Este es un dispositivo electrónico que emula la sonoridad del cuello de botella que los bluesmen de Mississippi deslizan sobre el mástil de sus guitarras buscando una nota continua.
Sus formaciones, muy cambiantes, son la quintaesencia de su compromiso.
Bill Frisell presume con razón de ser un verdadero omnívoro musical.
Su nómina de colaboraciones es tan larga y variada que se ha convertido en todo un símbolo de las músicas improvisadas.
El rango de proyectos que ha abordado abarca desde alianzas con figuras del rock, como Elvis Costello, a entreveros con los más sesudos talentos del jazz…
De hecho, suele asociársele con este género, aunque, si algo puede criticársele, es una capacidad más que dudosa para generar swing.
El guitarrista suple esta carencia con un fraseo peculiarísimo que recuerda a los viejos maestros del country, al mismo tiempo que describe espacios casi galácticos.