De alguna forma, el jazz del Buenos Aires de los sesenta contribuyó a componer el sonido de época. Algunos de sus más destacados exponentes lograron triunfar fuera del país, como Leandro “Gato” Barbieri en Europa o Lalo Schiffrin en los Estados Unidos.
Según el musicólogo Simon Frith, hacer música no es una forma de expresar ideas; es una forma de vivirlas; no representa valores, sino que los encarna.
Desde la segunda mitad de la década del cincuenta y durante la siguiente, Buenos Aires experimentó un “fuerte clima de modernización” expresado en tres grandes tendencias: …
…a través de la creación de nuevas instituciones que canalizaron los proyectos acordes a los nuevos tiempos, la emergencia de nuevos productores culturales y la aparición de un nuevo público, más amplio y ávido de novedad.
Se señala a 1962 -con la aparición del semanario Primera Plana, como el año de inicio de la ola modernizadora del campo cultural.
A partir de entonces, se multiplica un público que compra discos, libros o periódicos y se amplía y diferencia el conjunto de productores y de mediadores culturales.
El proyecto modernizador se encarnó en individuos que rara vez participaron directamente en los grandes partidos, y que se vieron sucesivamente incluidos o marginados por las políticas estatales.
Como parte de este movimiento cultural y estético, el jazz de la Argentina tuvo su canal de expresión como partícipe de la corriente cultural moderna.
Los orígenes de la nueva modernidad del jazz argentino se remontan a 1950, con la creación del Bop Club.
El nuevo grupo se reunía con el propósito de organizar jam sessions con público presente, escuchar los discos que llegaban de los Estados Unidos y comentar las novedades difundidas por Héctor Basualdo en la audición Jazz Moderno de Radio Splendid.
Se nutría de dos generaciones de músicos, las representadas por Enrique “Mono” Villegas y Lalo Schiffrin, por citar dos ejemplos.
La mirada no estaba dirigida hacia el pasado, sino hacia lo nuevo que se estaba gestando como primera vanguardia del jazz norteamericano: el bibop, nacido a principios de los cuarenta en Harlem con músicos como Charlie Parker, Dizzy Gillespie y Thelonious Monk.
Horacio “Chivo” Borraro, clarinetista primero y saxo tenor después, nació en 1925 en Buenos Aires, en el seno de una familia de músicos no profesionales egresados de conservatorio.
Comenzó tocando en clubes de barrio cuyos bailes tenían por número principal a las orquestas típica y la jazz.
El primer grupo de relevancia que integró, los Rythm Makers, fue una de las primeras experiencias porteñas de búsqueda del jazz puro, no bailable, que cultivaba el estilo Chicago.
Gestada por estudiantes de la Facultad de Arquitectura, no editaron discos comerciales, aunque su nombre perduró por perseguir la supremacía de la práctica improvisatoria.
Los Rythm Makers fueron al jazz de los 40 y 50 lo que las bandas alternativas al rock de los 90, con la diferencia de que ninguno de ellos logró ni quiso cruzar la línea que limita lo minoritario de lo masivo.
Participó del Hot Club, del que se fue en franca disidencia en 1954, para integrar la primera gran banda moderna dirigida por Lalo Schiffrin…
En una carta personal reproducida en su autobiografía escribiría años después: “[…] diles a los miembros de la Comisión Directiva del Hot Club que les tengo lugar reservado en el arca que pienso construir, ya que es mi deseo que ninguna especie animal quede sin representación dentro de ella”.
.
En el Bop Club ganó año tras año la encuesta anual como mejor clarinetista, hasta que gracias al préstamo del baterista Pichi Mazzei pudo adquirir su saxo tenor.
En 1966 grabó su primer disco solista, El Nuevo Sonido del Chivo Borraro, en donde muestra su evolución estilística desde el Bebop al Hard Bop, una de las corrientes en las que derivó la modernidad temprana del bop.
Borraro fue uno de los pocos músicos que supo recorrer a lo largo de su carrera todo el espectro de estilos del jazz, desde el hot hasta el free y la fusión de los setenta.
Participó en innumerables proyectos, gracias a su gran reputación como músico de sonido personal. Entre los propios pudo editar una discografía relevante perdida por muchos años y hoy reeditada por el sello inglés Whatmusic.
Su carrera de músico estuvo signada por vaivenes económicos y políticos. En el año 1976 debió separarse de su pianista, amigo y muchas veces productor Fernando Gelbard, quien debió exiliarse tras el golpe de estado. Apellidos son apellidos.
El texto del presente programa pertenece al artículo “EL MONO, EL CHIVO Y EL HERMANO DEL GATO: LA EXPERIENCIA MODERNA EN EL JAZZ DE LOS SESENTA EN BUENOS AIRES”, escrito por Berenice Corti, presentado en las VII Jornadas de Sociología de la UBA, en Noviembre 2007.
Acompañaron a Borraro en el primer disco Alfredo Remus en contrabajo, Eduardo Casalla en percusión, y Fernando Gelbard en piano.
En el segundo, lo acompañaron Jorge Negro Gonzalez en contrabajo, Néstor Astarita en percusión, y Fernando Gelbard en Piano y Sintetizador.