Ese es el caso de la familia Tiburcio, que al vender sus productos es sorprendido por los comerciantes intermediarios en el peso y precio, lo cual crea frustraciones afectando la economía familiar.
Así es, pues, muchos campesinos como Tiburcio tienen la mala suerte. Sin embargo ¡que lindo fuera! Lo contrario, Imagínense que todos tuvieran suficiente para comer y que nadie, ni los niños sufrieran hambre. Sabemos que el Perú es grande y si toda la riqueza que tenemos fuera administrado para el bien de todos, no habría hambre, todos estaríamos bien alimentados, habría trabajo para todos, entonces los hijos de los campesinos estarían bien alimentados, pero no, tienen que conformarse con lo que tienen y siguen luchando por sobrevivir.