Zacarías 9,9
En tiempo de Adviento, como en el que estamos, siempre repasamos estos preciosos textos que una y otra vez nos hablan con la voz siempre nueva de lo extraordinario. La acción de Dios no se detiene ni se rige por valoraciones humanas. Traspasa los límites de las fronteras, las banderas y los muros que erigimos los seres humanos. Esta visión del profeta mucho expresa de ese carácter indómito y transgresor de Dios. ¿Cómo es posible que el rey sea tan humilde, se conforme con tan poco, que desprecie los símbolos del poder que tanto gustan a todos los otros reyes “normales”? Claramente, Dios construye lo nuevo inaugurando territorios inexplorados en la conciencia y el alma humana. Por eso, su propuesta es siempre desafiante e invitación permanente a no dejarse anquilosar por la repetición, la tradición, la costumbre o lo convencional. No se echa vino nuevo en odres viejos, va a decir Jesús. El Evangelio no es un mero barniz de renovación que decora el antiguo e injusto orden. Es transformación desde la raíz. Pero tristemente hemos de reconocer que demasiadas veces hemos traicionado esa opción profunda por la humildad y la sencillez, creando instituciones y estamentos llenos de vanagloria y del vacuo brillo del oro, a contramano de la acción y la opción de Dios en Cristo. La lectura cristológica de Zacarías nos devuelve a nuestro lugar, nos refresca un elemento básico de la propuesta de Dios para nuestras vidas: ser humildes como ese rey extraordinario, que viene a nosotros y nos invita a caminar con él. Nos invita a cambiar con él. Porque ya es hora.
Marcelo Nicolau
Zacarías 9,9-12