Efesios 5,11.14
Hay una frase del filósofo alemán Friedrich Nietzsche que resuena todo el tiempo en mi cabeza: “Aquél que lucha contra monstruos debe tener cuidado de no convertirse él mismo en un monstruo. Y cuando miras durante mucho tiempo un abismo, el abismo también te mira a ti.”
Corro el riesgo de convertirme en un monstruo cuando hago de mi vida una lucha continua en contra de ellos. Termino usando el mismo sistema de valores, defensas similares o argumentos con la misma lógica de aquellos contra los que lucho.
Me asomo a contemplar el abismo vacío de la cultura popular, y ésta se asoma a observarme con ojos penetrantes, que reclaman que enfrente mi propia oscuridad.
El apóstol Pablo nos dice que debemos despertarnos, que debemos levantarnos de entre los muertos. Esto es, sacar a la luz la conducta estéril de la oscuridad, no imitándola sino trayendo luz sobre ella.
El amor echa luz sobre la conducta de la oscuridad, porque no la imita y tampoco la combate, sino que ilumina lo estéril de su conducta y muestra el camino correcto, el que lleva a Cristo. Ésta es la respuesta.
Señor, que cuando mi oscuridad intente vencer los monstruos de la vida, recuérdame cuán estériles son sus resultados. Enséñame a vivir amando al prójimo con el amor que tú nos das. Amén.
Pablo Carli
Efesios 5,1-14