Hebreos 11,1
“Hace un tiempo, en la adolescencia, al regresar de la escuela, frente a la parada del colectivo observaba un negocio. Allí había una farmacia, y en ella trabajaba una joven, unos años mayor que yo. Al mirarla realizar sus tareas, en mi mente y corazón, sólo podía verme a mi misma en esos quehaceres.
El tiempo pasó y antes de finalizar la secundaria, comencé a trabajar en una farmacia. No era la misma, pero me sentí muy a gusto al concretarse mi anhelo. No sé qué es lo que me mantuvo firme en la búsqueda, pero sí sé, que al estar en ese primer empleo, mí alegría y beneplácito, embargaban mi ser. Hoy, al recordar esa historia de mi vida, puedo entender cómo es la fe, ya que eso es lo que me movió a lograr lo que tanto deseaba.”
Esto me lo contó una persona con la que compartí una charla cuando buscábamos dar una sencilla explicación de lo que es la fe, para que otros la puedan comprender.
Recibir lo que anhelamos, cuando no dejamos de pedir a Dios por ello, se vuelve una certeza, y no por ello lo podemos ver. Estamos así, frente a una sincera expresión de fe que abarca nuestro ser, pues nuestro actuar, nuestra convicción, son lo que nos mueve a lograr lo que por fe, sabemos, será.
Y si nos falta, juntos cantemos: Dame más fe Señor Jesús…
Noemi Loose
Hebrero 11,1-7