FECHA: 11-04-18
REDACTOR: Maité Rizo Cedeño
SONIDO: TEMA DE PRESENTACIÓN
LOC: San Pablo de Yao: adonde siempre quieres volver
¿Cuánto falta para llegar a San Pablo de Yao?, pregunta el viajero, y el hombre del sombrero le responde: Fácil, te bajas en la siguiente parada y esperas ahí un carro o te subes a una cativana -el coche con el caballo, ¿nunca has escuchado eso?- y unos cinco kilómetros después está el pueblo.
Luego de una travesía digna de deportes extremos en la cativana, un constante sube y baja a toda velocidad por las lomas y los baches… aparece Yao, comunidad que se encuentra en el municipio de Buey Arriba, en la oriental provincia de Granma. Diez pasos en el pueblo bastan para enamorarte durante el resto de la vida.
Probablemente sean las montañas, pues forman una muralla de palmas y algarrobos, verde y tupida, que parece proteger a la comunidad de cualquier peligro; o tal vez son las personas, humildes, sinceras, en fin, de campo.
Delfín López Gómez, quien a fuerza de repetirlo y por sus conocimientos se convirtió en el historiador del pueblo, asegura que en la década del 40 del siglo XIX solo existían unas siete u ocho casas, realidad totalmente transformada en los años 50 cuando el poblado creció.
Pero esta historia comenzó con un asentamiento aborigen cercano al río, en un lugar conocido como Valenzuela y ubicado a varios kilómetros de la actual comunidad de Yao.
Según cuenta Delfín, a través de la narración oral supo que su pueblo adquirió el nombre del río y éste a su vez del cacique Yao, quien encabezaba ese asentamiento.
El lugar fue luego “cristianizado” con el patrón San Pablo, cuando los bayameses quemaron su ciudad en 1869 y emigraron a esta región, que a partir de ese momento fue denominada San Pablo de Yao.
Sus hombres ayudaron y formaron parte del Ejército Libertador, fueron mambises en las tres guerras, integrantes del Movimiento 26 de Julio y revolucionarios del Ejército Rebelde, ellos lucharon por su destino y crearon el maravilloso pueblo que tienen hoy, asegura el peculiar historiador.
En octubre de 1963, el ciclón Flora arrasó con poblados de la Sierra Maestra, incluido Yao, el cual quedó prácticamente devastado, rememora Delfín.
Según narra, los comunitarios, con el apoyo del gobierno, lo reconstruyeron casi desde cero, hasta que dieron vida a esas callecitas que confluyen en la plaza principal, donde también se encuentran la farmacia, la bodega, una librería, el restaurante y otras instituciones, las cuales simulan una ciudad en miniatura.
San Pablo o Yao, como le llama la mayoría, es una tierra de campesinos, hombres honrados, café y cine, un pueblo en la Sierra Maestra donde se hacen documentales, se han filmado películas, y la mayoría de las personas saben de cámaras, sonidos y edición.
Es un pueblo mágico que tiene el privilegio de ser la residencia de la Televisión Serrana (TVS), institución audiovisual comunitaria, única de su tipo en Cuba, y corazón de esa comunidad.
La TVS fue una bendición para San Pablo de Yao, como afirman sus pobladores, porque cambió para bien el modo de vida de su gente, mejoró las condiciones materiales del poblado y lo colocó en el mapa mundial por su belleza natural y la candidez de sus habitantes.
A la salida del pueblo el corazón se sobrecoge, y casi todos quieren volver, abrazar aquellas montañas, subir al mirador de la Televisión para apreciar en toda su magnitud la serranía circundante, recorrer el lugar y hablar con su gente, porque Yao es un sitio encantador que se queda para toda la vida en la mente y el pecho.
Fue un comentario de Maité Rizo Cedeño en la voz de… y la realización de…
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