Melania Pérez nació en Salta en el año 1949. Un año clave en nuestra historia. Ella reproduce el sonido de las constelaciones norteñas en su caja, el paisaje en ese canto que une en coplas al hombre que lucha por un poco de pan y un poco de cielo. Melania sumó su colorido canto de sirena criolla a Las Voces Blancas, y luego de varios premios y de trasladar por el mundo la copla, se desvinculó del grupo vocal para sumarse a Vale Cuatro, conjunto dirigido por Gustavo “Cuchi” Leguizamón, otro grande. Continuó su peregrinaje por el canto como solista, hasta que en 1978, junto a Hicho Vaca, formó aquella genialidad artística bautizada Dúo Herencia, consagrándose en Cosquín en 1981. Luego de la muerte de Vaca, Melania retomó su camino solista. Podemos agregar muchos datos biográficos, sin embargo, para conocer a Melania Pérez, hay que sumergirse en los paisajes de su voz, esos que recopilan el drama del hombre criollo que nació con nostalgia de un paraíso que tal vez nunca haya existido. Su voz se esparce entre los cerros y los montes, sus ecos, su color y su registro provocan esa sensación paradisíaca de la melodía sin vueltas, con sabor a pueblitos lejanos, con profundidad y evocación.
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