Esta vez, la de su disco SENDEROS, de 2005, con un formato atípico: bandoneón y batería.
El argentino Saluzzi y el noruego Jon Christensen.
El disco que estamos escuchando hoy, SENDEROS, apela al paisaje en más de un título.
La apuesta de Saluzzi está aquí lejos de agotarse en lo tímbrico.
Además, ni Saluzzi en un bandoneonista típico, ni Christensen un baterista común.
Si algo no sucede en casi todo el disco es que Saluzzi se ocupe solo de armonías y melodías…
Y que Christensen lo acompañe rítmicamente.
Muchas veces es la batería la que propone una idea que luego proliferará acórdica o melódicamente.
O que el bandoneón fije una acentuación regular mientras la percusión la comenta, la bordea o la enmascara.
Senderos es un disco atípico pero coherente con la trayectoria de Saluzzi.
Los cambios de conformación instrumental en sus grupos y discos ocupan en su carrera una centralidad.
Lo cual denota una permanente exploración, que en Saluzzi parece no tener fin.
El baterista noruego Jon Christensen, acompañante de Saluzzi en este disco, aparece más libre y puntillista que nunca.
Y su interacción con Saluzzi es permanente: con puntos altísimos en los temas “Todos los recuerdos”, “Aspectos”, “Allá… en los montes dormidos” y “Los ceibos de mi pueblo”.
Saluzzi no pertenece a este extraño planeta del jazz contemporáneo, en el que sin embargo es una estrella.
El texto del presente programa pertenece a Diego Fischerman, publicado en el Suplemento Radar de Pàgina 12 en 2005.