Por falta de fondos, desde junio de 2020, este portal de intercambios se encuentra congelado. Ha sido imposible mantener activo el sitio que ha crecido constantemente desde que se abrió en 2006. Queremos agradecer a quienes, de una u otra forma, apoyaron esta iniciativa de Radialistas Apasionadas y Apasionados: la oficina de UNESCO en Quito por aportar el empujón inicial; a CAFOD por confiar siempre en nuestras iniciativas; a HIVOS y la DW-Akademie por sus apoyos para ir mejorando la web y mantener el servidor; a Código Sur por sostener técnicamente Radioteca la mayoría del tiempo que estuvo activa; a Roberto Soto por su solidaridad técnica en estos últimos años; y la Red de Radios Comunitarias y Software Libre que, junto a Guifi.net, permiten que esta versión final de Radioteca siga en línea y no se pierdan nunca los audios que muchas radios nos confiaron a lo largo de 14 años.
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Hizo Periodismo, Radio, Cine, Teatro, algo de Televisión y también Publicidad. Fue la impar demiurga de sus personajes y la hacedora de sus propios guiones. Niní Marshall tuvo un ojo crítico a la hora de componer sus criaturas que la consagraron como La Chaplin con faldas. El domingo 2 de mayo de 1937 Catita debutó en LR1 Radio El Mundo y se convirtió en una de las favoritas: la inspiración la encontró en las jóvenes enfervorizadas que esperaban exultantes a las Estrellas de la Radio en las puertas de las emisoras. La multifacética realidad fue la materia prima a la que Niní echaba mano para ironizar sobre la sociedad. Su mirada escrutadora y sagaz ya se podía apreciar en las páginas de la Revista Sintonía, donde escribía con el seudónimo de Mitzi. Con casi 1800 funciones de Y se nos fue redepente, instaló en los años setenta un rotundo éxito teatral. Entre sus entrañables máscaras, Cándida fue otra de las más festejadas. Se trataba de una querible e ingenua Gallega inspirada en la criada de su casa paterna. La política nunca fue su fuerte. Tras el Golpe Militar de 1943 se juzgó que su modo de hablar atentaba contra la pureza de la lengua y, años después, en 1950 debió abandonar el país por motivos nunca aclarados. A su regreso, cinco años después, retomó el reconocimiento que su talento merecía. Marina Esther Traveso murió el 18 de marzo de 1996. Sus irrepetibles creaciones siguen perdurando en los pliegues de la memoria colectiva. Hoy resuenan desde esta morada de la Biblioteca Parlante de Distribución Nacional Mirá lo que te Digo
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