Autor: Valmore Muñoz Arteaga- Venezuela.
Voz: Jesús Gutiérrez Peral (España)
Sylvia, en el silencioso encanto de tu entrepierna fluctúa el boscoso laberinto húmedo donde se adormece mi lengua entre el fragor de la sangre sencilla como un rumor de espuma. Frente al vértice de tus piernas, subo a beberme tus signos incontrastables. Subo a saborear las secreciones que corren hacia el infinito entre esta fiebre extravagante de tu cuerpo y la muerte depositada al final del día cuando debo huir de las tormentas de tantas miradas borrachas y sin nombres.
Cierro mis ojos para perderme entre cada palpitación de tu sexo. Cierro mis ojos para existir entre las apariencias. Entre esta dolorosa existencia diaria. Entre tanta luz y tanto sol. Cierro los ojos y me aferro a tu cintura desnuda, abierta, solemne, agitada por el roce, por el sudor que se me escapa. Y vuelves a palpitar ansiosa, hambrienta de mi sangre, mientras bebo de la tuya en un pacto olvidado entre las sombras del tiempo.
Sylvia palpitante y sangrienta. Sylvia de piernas duras, de noches terribles, de largos insomnios, de demencias y alucinaciones, ábreme el laberinto de tu vientre para depositarme y esconderme, para beberte los ríos que te recorren, para saciarme de fantasmas y demonios. Sylvia, nuestra Sylvia. Dame, a través de tu cuerpo, tus rincones más íntimos. El eterno veneno de tu oscuridad infatigable.
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