FECHA: 10-12-19
REDACTOR: Jorge Luis Moreira Massagué-Tomás Noda
SONIDO: TEMA DE PRESENTACIÓN
LOC: Un deber sagrado, el desvelo de la educación para todos
Yoandri García Pérez, un adolescente camagüeyano de 15 años, afirma tener otra familia además de la suya, pues en su escuela se siente como en casa, los profesores lo quieren, lo tratan bien, y ayudan a ser independiente en la vida.
Llegó desde pequeño a la Escuela Especial Nguyen Van Troi, que atiende a infantes con discapacidad intelectual y hoy, a punto de terminar el noveno grado, espera incorporarse a una escuela de oficios como resultado de las habilidades y conocimientos que adquirió durante estos años.
“Estoy muy feliz en mi escuela, porque los maestros me han enseñado mucho desde chiquito, nos dan cariño, educan, ellos son como una familia para mí”, refirió.
Historias como las de él confirman la importancia de la Educación Especial en Cuba, que trabaja con niñas y niños de diversas discapacidades, las cuales no significan un freno total para llevar adelante sus vidas en el marco social.
Son parte de los numerosos programas que en la nación se desarrollan como elementales derechos humanos, que en muchas partes del mundo son negados a las personas e incluso a los niños y en la nación antillana resulta una obligación social.
Derechos innegables
La escuela Nguyen Van Troi, de la ciudad de Camagüey, tiene matriculados 97 niñas y niños de distintas zonas del municipio cabecera provincial con discapacidad intelectual de diferentes clasificaciones.
Mitzania Agüero Romero, subdirectora de formación laboral, precisó que los educandos permanecen en el centro de segundo a noveno grados, tiempo en el que se le inculcan conocimientos, hábitos y valores.
Los que logren desarrollar las habilidades necesarias al finalizar el noveno, detalló, transitan por una escuela de oficios, otros continúan con 15 años en el cumplimiento de sus prácticas pre-profesionales y prosiguen preparándose, con el objetivo de egresar a la vida laboral, una vez cumplidos los 18 años.
“Contamos con 18 niños internos, los cuales reciben la debida atención al terminar el horario docente, por un personal preparado, y además de alumnos seminternos e internos.
La mayoría de ellos son beneficiados con el transporte escolar, que los recogen por la mañana en puntos establecidos, y los distribuyen luego en la tarde hacia esos mismos lugares, explicó.
Todos los servicios, además de la atención de salud, y la alimentación facilitados en el propio centro, se ofrecen como el resto de la educación en Cuba totalmente gratuitos, una muestra de la prioridad que le ofrece el Estado cubano a la enseñanza, enfatizó la subdirectora.
El centro educativo posee 10 grupos, 35 docentes, y 42 trabajadores de servicios, todos unidos para mantener el ambiente educativo y de comprensión que requieren los niños.
Talleres para la vida
La “Van Troi” dispone de cinco talleres, donde se incentiva la formación laboral desde edades tempranas, hábitos y valores humanos.
En uno de esos locales y rodeado de niñas y niños encontramos al profesor de carpintería Mario Cabrera Pérez, quien se desempeña en la institución por 21 años, y explicó que allí realizan distintas actividades, tanto para su preparación como en beneficio de la comunidad.
“Los niños aprenden a confeccionar útiles para el hogar como trapeadores, recogedores y cestos que se utilizan en la escuela, y además juguetes destinados a los grupos de niños de menor edad”, dijo.
Como complemento de la docencia, a Yurisnel Leyva Galiano, de 11 años, le gusta ir al taller pues allí realizan figuras, materiales, algo que le llama la atención para en un futuro ser carpintero.
Otro de los talleres es el de Economía Doméstica, donde Esperanza Ortiz, con 40 años en la Educación, considera que las niñas y niños se preparan muchísimo para cuando egresen a la vida familiar o a un centro laboral.
“Aquí, por ejemplo, los enseñamos a lavar, planchar, cocinar, a conducirse en los restaurantes, servir una mesa, o sea, saber manifestarse en la vida cívica general, y con valores humanos, pues ante todo trabajamos para que sean buenas personas”.
Josué, fruto de la consagración
Josué Marrero Deliano, alumno interno de octavo grado, luego de reconocer que en la escuela le han inculcado cosas muy importantes, se refirió a los alimentos que se garantizan, y las buenas condiciones del dormitorio.
Allí se corroborara lo que expuso al existir en sus habitaciones ventiladores, televisores, sábanas, colchas, y lo óptimo para convivir.
“Cuando terminamos las clases jugamos fútbol, dominó, y otros deportes, nos hacen actividades, luego vamos al dormitorio a bañarnos, comemos, y vemos televisión, hasta que llega el horario de dormir”, relata parte de su jornada.
El objetivo de Josué cuando termine la escuela es trabajar, y prefiere la actividad de albañil.
Llenar de cariño e instrucción a las niñas y niños, constituye el encargo principal del claustro, y demás obreros, que permanecen con los brazos abiertos para contribuir a corregir y compensar los defectos de la madre naturaleza.
Muchas son las garantías que tienen quienes asisten a centros de este tipo en Cuba, donde el desvelo por el derecho a educar a todos por igual e incorporarlos a la sociedad para servir a esta y convertirse en ente sociales insertados normalmente en ella, es una obligación para el Estado.
Maestros y especialistas tienen en sus manos, junto a las familias y la sociedad integrarlos a la vida útil.
Fue un comentario de Jorge Luis Moreira Massagué.
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