FECHA: 25-12-17
REDACTOR: Una historia irrepetible
SONIDO: TEMA DE PRESENTACIÓN
LOC: Desde joven mi mamá ingería cápsulas de Epamín para controlar su epilepsia, en tanto mi papá tenía que vender una gallina u otra cosa para comprar cada mes dos pomitos del medicamento a un peso y 15 centavos cada uno.
La farmacia estaba (y está) a ocho kilómetros de distancia de la cabecera municipal, trayecto que únicamente se podía realizar encima de una bestia.
¡Qué diferencia con lo ocurrido a partir del primero de enero de 1959!, cuando triunfó la Revolución cubana y con ella la garantía de atención médica gratuita para todas las personas.
En la etapa prerrevolucionaria los servicios médicos y hospitalarios se caracterizaban por el predominio de negocios privados y mutualistas, ya que las personas de bajos ingresos tenían que acudir a Casas de Socorro.
Un ejemplo contrario a aquella triste historia lo muestra Ciego de Ávila, que en lo que va de año registra únicamente el 3,9 de la tasa de mortalidad infantil por cada mil nacidos vivos en los menores de un año.
La doctora Marilín del Solar Delgado, jefa del Programa de Atención Materno Infantil, explica que sólo en los municipios de Majagua, Ciego de Ávila y Venezuela ocurrieron defunciones de niños, aunque hasta la fecha la cifra es inferior a la media nacional.
Un programa de charlas educativas para las gestantes, ingresos precoces en los hogares y hospitales maternos a las de mayor riesgo, además del seguimiento a la atención médica, son acciones en todos los Consejos Populares de la provincia.
Para evitar complicaciones a tiempo, los infantes con alguna enfermedad son cuidados desde el primer momento en sus áreas de salud, otro de los planes que llega a todas partes, como lo es en el resto del país, afirma Solar Delgado.
La mortalidad escolar, comprendida entre los cinco y los 14 años, solo registra cinco fallecimientos en el territorio avileño, lo que representa una tasa de 1,1 por mil.
En cada área de salud existen, además, locales de desintoxicación tabáquica con personal calificado para brindar tratamiento y apoyo emocional a quienes desean abandonar el dañino hábito.
Mi mamá y mi papá fueron, como otros millones de cubanos y cubanas, testigos de una larga pesadilla en la década de los años 50 del pasado siglo, cuando por doquier había desempleo, analfabetismo, insalubridad…
Pero llegó el Comandante y mandó a parar; como aseguraba una popular canción de Carlos Puebla, y entonces mi progenitor no tuvo que continuar vendiendo sus poquitas aves para comprar tabletas de Epamín, en lo que fue una historia irrepetible.
Fue un comentario de Julio Juan Leandro en la voz de..
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