En aquellos días en que el pueblos sufría hambre y persecución la palabra de Dios no es solamente palabras que se oyen tal vez pero no se escuchan con atención sino palabras de vida que nos animan a meditar y vivir esa palabra. No nos limitemos en la misa a tragar el pan de la eucaristía, traguemos también el pan de la palabra. traguemos y vivamos la palabra.