Deuteronomio 7,17
Es comprensible la duda y el miedo de los israelitas a enfrentarse a un enemigo más fuerte y numeroso que ellos. Cruzar el río Jordán, apoderarse de las tierras de sus antepasados, desalojar a los pueblos paganos, exterminarlos. Una tarea difícil.
Para Dios nada es imposible. Si él ordena una acción es que ya previó todos los detalles. También nos da los medios y nos indica el cómo. Todo a su momento.
Cuántas veces nos encontramos ante una misión que nos parece imposible, o demasiado grande para nosotros, y no queremos involucrarnos. Sin embargo, cuando lo intentamos nos damos cuenta de que a cada paso aparece una solución. Dios no nos pone sobre los hombros una carga más pesada que la que podamos soportar. Muchas veces nuestro miedo se debe a la falta de confianza y fe. Por eso es importante orar ante cualquier emprendimiento. Orar pidiendo a Dios que nos dé la fuerza y valor necesarios; esa es la clave. La fe mueve montañas, dice un refrán.
Cuando las cosas no salen conforme a nuestros planes, ya pensamos negativamente y nos olvidamos de que Dios nos acompaña. Pongamos la confianza en él y nos dará satisfacciones a su tiempo. Dios no tiene otras manos que las nuestras. El Señor nos llama una y otra vez. Lo hace de distintas formas. Su invitación a ser luz y sal en este mundo sigue vigente. Pongámonos en sus manos y él nos dará la fuerza y los medios.
Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo donde quieras que vayas. (Josué 1,9 - Canto y Fe N° 276)
José Wenninger
Deuteronomio 7,12-26