Hebreos 3,1
Cuando nos sentamos a hablar con nuestros hijos o a tomar mate con amigos, y los chistes y la charla informal giran a una conver-sación más profunda, surgen los recuerdos y las lecciones de vi-da de las personas que dejaron huellas en nosotros. Cuántas ve-ces comenzamos diciendo: “tu abuelo siempre decía…”,” tuve un profesor que nos enseñó…“,y vamos recordando las frases que están guardadas en nosotros.
¿Cuándo pasa a ser Jesús la persona más importante para un cristiano? ¿Cuándo dejaremos que Jesús sea lo más importante en nuestra vida?
Hoy o tal vez mañana, cuando hablemos con alguien que necesite escuchar palabras de vida y podamos comenzar diciendo “Jesús nos enseñó…“, y sentir que Jesús dejó huellas profundas en no-sotros.
Llévame donde los hombres necesiten tus palabras, necesiten mis ganas de vivir, donde falte la esperanza, donde falte la ale-gría simplemente por no saber de ti.
Te doy mi corazón sincero para gritar sin miedo lo hermoso que es tu amor. Señor tengo alma misionera, condúceme a la tie-rra que tenga sed de vos.(Canción: Alma misionera – Hermana Glenda)
Gabriela García Feege-Janecki
Hebreos 3,1-6