Cuentan los más ancianos que Elal, héroe de la mitología tehuelche, se enamoró de la hermosa Teluj, Lucero del Amanecer hija del Sol y de la Luna.
Y que un día acompañado de su madrina, que era bruja y se había convertido en mosca para poder posarse sobre su oreja, se presentó ante el astro rey y le pidió permiso para casarse con su hija.
Antes de dar su aprobación, el Sol impuso a Elal una serie de pruebas que exigieron al máximo su valentía, ingenio e inteligencia. La primera consistió en rescatar un anillo de oro que estaba dentro de un huevo envenenado, en el fondo de una caverna custodiada por un guanaco que mataba con la mirada.
Elal fue y enfrentó al guanaco. Y mientras la mosca su madrina, distraía al animal posándose en sus ojos, el héroe lo mató de un certero tiro.
Luego le quitó la piel, se cubrió con ella y entró en la caverna. Allí, con un disparo de flecha rompió el huevo, el cual, al estallar, desparramó su veneno. Pero a Elal no lo afectó, porque estaba protegido por la piel del guanaco.
Después de recuperar el anillo, volvió por su amada Teluj, que lo aguardaba en un palacio al fondo de un frondoso jardín. Pero cuando Elal pretendía avanzar, el suelo se convertía en ciénaga a cada paso.
-Camina hacia atrás - le aconsejó su madrina, la mosca-, y no arranques flores, pues se convertirán en víboras.
Así pudo llegar hasta la puerta del palacio. -Ahora tendrás que superar otra prueba -dijo el Sol, que estaba contrariado porque en realidad quería que Elal desistiera de su amor. Y le impuso más y más pruebas, pero de todas el héroe regresaba victorioso. Sin embargo, la siguiente era más difícil que la anterior, y la imaginación del Sol para inventarlas parecía infinita. -Escapa con ella -le aconsejó la mosca, parada en su oreja-. El Sol no te dará jamás su consentimiento.
A sabiendas de que cometían una terrible desobediencia, Elal y Lucero del Amanecer huyeron juntos para siempre. Pero desde entonces y por todos los tiempos Telujl, temerosa de la furia de su padre, cuando éste sale por el horizonte, ella, presurosa, se esconde.