Mamá: Ya, Emilia. Vas a tener que ayudar con los gastos en la casa; he hablado con la señora Pancha y dice que le puedes ayudar en las mañanas para preparar el almuerzo de la pensión.
Emilia: Pero en las mañanas voy al colegio, mamá.
Mamá: Ni modo Emilia El colegio no nos va a dar qué comer. Además, va a ser un tiempo, nomás hasta que mejore mi situación.
Narradora: Pero un tiempo, nomás se hizo, nomás, un buen tiempo. Y luego:
Mamá: ¿Emilia?, Emilia. Doña Pancha dice que ahora va a empezar a atender todo el día, necesita que la ayudes. Te va a pagar bien y ya al año vamos a ver que regreses al colegio. Por favor, Emilia, no tenemos de otra. ¿Ya?
Emilia: Ya.
Narradora: Emilia veía de lejos a sus compañeras de curso y hasta tocaba a su uniforme con nostalgia. Le causaba un poco de gracia, pues antes el colegio le parecía muy aburrido. Quién iba a pensar que un día lo iba a extrañar tanto y hasta iba a soñar con él.
Sí. Emilia soñaba que temprano en la mañana se levantaba, se ponía el guardapolvo y
Mamá: ¡Ya te he dicho que no puedo con los gastos si no me ayudas! ¡¡Ya te he explicado: El colegio no nos da para comer. De paso me haces gastar en útiles escolares!! ¡¡¡Ya no me molestes!!!
Emilia: ¡Ya! ¡Ya!
Narradora: Emilia veía pasar los meses en la higuera que crecía al frente de la pensión Doña Pancha. Cuando los higos nacían, sabía que era tiempo de empezar el colegio; cuando maduraban bastante sabía que ya iba retrasada y el dulce de los higos se le hacía amargo en la boca; cuando no había más higos en la higuera sabía que ya era muy tarde y que ese año tampoco volvería al colegio. Pero Emilia no se resignaba.
Emilia: Pero si estudio y saco un título o aunque sea soy bachiller , luego puedo trabajar y ganar más. ¿No ves a la Mirtha? Se ha metido a estudiar para secretaria y le va bien. Su hermana es peluquera. Cualquier cosa yo debería aprender. Sólo sé limpiar una pensión.
Mamá: Ay, Emilia, ¿qué siempre, pues, es el colegio? Yo ni he terminado.
Narradora: Emilia se llenaba de rabia cuando veía los higos en la higuera y pensaba en el colegio. Su mamá seguía trabajando de lo mismo y no ganaba más. Emilia no era tonta; se daba cuenta que si no hacían algo distinto para mejorar su vida, ella no volvería a sentir el dulce de los higos, no volvería jamás al colegio.
Emilia: Mamá, ¿si abrimos un puesto de comida? Chiquito Vendemos salchipapas. Yo te ayudo y nos podemos organizar para que yo vuelva a estudiar. Pensalo, a ver.
Mamá: Ya Ya, Emilia. Lo voy a pensar.
Narradora: A la mamá de Emilia no le pareció mala la idea. En un par de meses inauguraron su puestito con serpentina y cuetillos.
Narradora: Pero Emilia igual, nomás, siguió ocupándose todo el día del puesto. Con el tiempo, las salchipapas se hicieron famosas y la economía familiar dio un salto. Los clientes se comían las salchipapas y también los días.
Narradora: Ya habían pasado años desde que Emilia dejó el colegio.
Mamá: Emilia, ya estamos mejor. ¡Tanto que querías volver al colegio! Nos organizaremos y vuelves.
Narradora: Pero Emilia ya tenía 17. No tendría los mismos amigos y compartiría el curso con niños más pequeños que ella. Desde hacía tiempo que a Emilia le habían dejado de gustar los higos Se le había agotado la esperanza de volver al colegio y ahora ya había olvidado cómo abrir un libro.
Emilia: Ya no quiero, mamá. Si antes hubiéramos comenzado el negocio, si antes nos hubiera ido bien, hubiera vuelto. Pero ahora ya he perdido la costumbre. Ni ganas tengo. Mejor seguiré, nomás, trabajando. Ni modo, pues, mamá.
Mamá: Ya, Emilia.
Narradora: Cuando Emilia ve la higuera florecer le dan unas ganas terribles de volver al colegio y su boca se llena de dulce; pero enseguida se da cuenta que no volverá a estudiar y entonces el dulce desaparece y le deja un gusto amargo de higo podrido. Emilia sabe que pasará su vida con la boca amarga o, a lo mucho, con sabor a salchipapa.
Narradora: Como Emilia, cientos de niñas y niños abandonan el colegio por el trabajo. Nunca más vuelven a estudiar. Sin estudios tienen menos posibilidades de salir del círculo de la pobreza.
Fue una producción de Infante-Promoción Integral de la Mujer y la Infancia.
Escrito por Daniela Elías
Intérpretes:
Locutora: Cecilia de Marchi
Madre: Pimpi Velasco
Emilia: Fanny Cortez
Bibliografía
UNICEF:
2008 Trabajo infantil ¿dónde está? Manual para el apoyo familiar. Programa Fuerte Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, Programa Puente, entrada al Sistema de Protección Social Chile Solidario, Fondo de Solidaridad e Inversión Social, FOSIS
FACCIUTO, Alejandra Bettina; GONZALES, Sara Josefina:
2006 La problemática del trabajo infantil. Espacio Editorial, Buenos Aires
Califican de crítica la situación la niñez en Bolivia. Artículo publicado en el diario OPINIÓN, 16/04/2012