Lo mágico que convive con la Música y el Arte en general son las diferentes interpretaciones concebidas en la subjetividad del público. Muchas veces la letra de una canción, por mas explícita que sea, es decodificada y contrastada con experiencias personales, para obtener, quizás, un sentimiento de satisfacción, de empatía, de eterna compañía. Otras veces, se escuchan y se cantan líneas más ambiguas, pero -curiosamente- se interactúa con ellas de la misma manera. Lo extraño sucede cuando nos encontramos frente a la historia real que llevó al autor a componer esa canción, y que nada tiene que ver con lo que nuestra imaginación nos dibujó en el alma. Esa canción que sonó repetidas veces en la Radio pero que nunca nos imaginamos que nació a partir del suicidio de un adolescente en plena clase, frente a sus compañeros. Esa balada que coqueteaba con la idea de un desamor, pero que -en realidad- describe un momento de intimidad familiar instantes después de conocer una enfermedad terminal. Así, tanto el desarraigo de pueblos originarios de Australia, como un vendedor resentido del éxito ajeno, un brutal triple crimen generado por la envidia o un triángulo amoroso entre dos entrañables y famosos amigos, forman parte de las tantas historias que dan vida a grandes éxitos de la música internacional, pero que -sin embargo- son desconocidas. La serie Historias con Melodías. Canciones con Algo más para Contar pretende descubrir esos orígenes ocultos, con la intención de que el oyente tenga la posibilidad de contrastarlos con su propia interpretación previa, para desnudar esa canción que tanto nos gusta y dejar en evidencia lo mencionado al principio de este texto: Que la Música -como el Arte en general- está habitada por los velos de la magia.