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“Quizás la referencia más constante en relación a las sociedades de control sea la vigilancia. El control no necesita de la modalidad del encierro, como ocurre con la disciplina, para ejercer la vigilancia sobre los sujetos. Por eso la vigilancia en la era del control está más relacionada con tecnologías que con instituciones, al punto que las primeras rompen los tabiques de las segundas. En su vínculo con las tecnologías electrónicas, la vigilancia parece ser un fenómeno general que requiere ser problematizado, porque en la teoría foucaultiana construía un armazón eficaz junto con el control del espacio, del tiempo y del movimiento de los cuerpos. Hoy la vigilancia ha podido soltarse del amarre institucional y reconfigura el paisaje de la disciplina. El pensamiento acerca de la vigilancia contemporánea es anglosajón: David Lyon, Mark Poster, Reg Whitaker, Gary Marx, Frank Webster y Kevin Robbins. En ellos subyace la pregunta acerca de si la vigilancia contemporánea constituye una intensificación, un quiebre o una simple continuación de lo que desarrolló Foucault. En la medida en que el fenómeno de la vigilancia más palpable hoy en día es el de su multiplicación tecnológica, se corre el riesgo de confundir el aspecto técnico con el aspecto social de la cuestión. Ante todo conviene definir qué es la vigilancia para Foucault: un fenómeno a la vez individualizador y masificante, un aparato institucional dedicado a lograr el autodominio del sujeto y su sujeción, mientras se recaban todos los datos posibles que puedan hacerlo entrar en otro régimen de visibilidad. Este régimen es el biopolítico. Muchas veces se desconoce que el vínculo entre la anatomopolítica (disciplina) y la biopolítica (población) se halla en este carácter bifronte de la vigilancia. El epistemólogo canadiense Ian Hacking desplegó en su libro La domesticación del azar una fascinante historia de la estadística en el que este aspecto de la obra de Foucault queda suficientemente expuesto. La estadística sería la vigilancia expresada en datos, la ciencia de la duplicación de los sujetos y el proceso de persecución silenciosa que alimentarán buena parte de las burocracias de los estados-nación que se expanden durante los siglos XVIII y XIX. Anthony Giddens muestra de modo convincente que la vigilancia, además de generar el monitoreo de la fuerza de trabajo del capitalismo industrial, es uno de los soportes principales, en su vertiente estadística, de la modernidad, y lo hace desde una construcción teórica bastante distinta de la de Foucault. Así, el Panóptico, la figura visual que vincula la vigilancia con el encierro, en realidad es doblado por la estadística en un espacio donde la visibilidad no es “ocular”, ni siquiera se ejerce sobre la conciencia del vigilado, sino fundamentalmente relativa a la información. Esta información, en el espacio biopolítico, establece curvas sobre lo normal y lo patológico que vuelven sobre el sujeto vigilado bajo la forma de reglas de comportamiento esperado. Lo que Foucault llama normalización es, en un sentido, el nexo constitutivo de estas dos caras de la vigilancia y su apertura al problema más general de la biopolítica.” (Del artículo “¿Qué son las sociedades del control?” escrito por Pablo Esteban Rodríguez)
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