“La radio construye “imágenes acústicas” mediante signos orales, verbales, musicales, sonoros y silencios. Estos elementos son los que posibilitan que las imágenes adquieran una forma determinada para transmitir contenidos de variada especie. El canal elegido como medio para producir un hecho comunicativo (auditivo, en nuestro caso) constituye bastante más que un simple transportador de señales. Llega a ser un auténtico código de comprensión cultural, un modo convencional aceptado por emisores y receptores para establecer un tipo particular de reconocimiento. Remitiéndose a Wittgenstein, García Jiménez considera acerca de este punto que “el discurso audiovisual es algo más que un mero instrumento de representación del mundo, y permite observar en su seno estrategias del juego”. Se trata de reglas de índole poética y estilística que habilitan una gran variedad de acciones e interacciones entre autor/emisor/personajes/ oyentes. El lugar en el que esa imágenes alcanzan su “forma determinada”, el espacio donde se utilizan las reglas poéticas y estilísticas y se resuelve la expresividad que habrán de lograr nuestros mensajes, es el discurso radiofónico”. (Texto extraído de “El arte radiofónico. Algunas pistas sobre la constitución de su expresividad” escrito por Ricardo Haye. Buenos Aires, La Crujía Ediciones, 2004)