MARÍA Sí, Juan Luis, ya estoy entrenada para alegarle a don Pablo, que fue bastante terco hasta que se cayó de aquel caballo... aunque siguió siendo un fanático, él mismo lo dice.
PERIODISTA Bienvenido, apóstol Pablo.
PABLO En eso le doy la razón a ella. Fanático de Cristo soy, mi vivir es Cristo.
PERIODISTA Empecemos entonces con la cuestión de hoy. Tenemos como siempre un enlace con nuestra reportera Elena Martínez, que está en un barrio de la ciudad de Asunción, Paraguay… ¿Lista también, Elena?
ELENA Sí, Juan Luis. Hoy escucha este programa la comunidad del barrio Ñu Guazú, que acaba de celebrar la eucaristía del domingo y está ansiosa de saber qué van a decir los panelistas.
PERIODISTA A ese tema precisamente vamos hoy. Hay unas palabras escritas por usted, Pablo, que se han repetido todos los días, miles no, millones de veces, una y otra vez y durante siglos. Las encontramos en la primera carta que escribió usted a los cristianos de Corinto. Allí relata las palabras… diríamos sagradas... que dijo Jesucristo en su última cena.
MARÍA Pero si don Pablo no estuvo allí esa noche... ¿cómo puede saberlas?
PABLO Yo escribí lo que recibí del Señor.
MARÍA ¿Lo que recibió? ¿Y se puede saber de quién recibió qué?
PABLO Del Señor mismo recibí sus palabras y así las transmití.
MARÍA Don Pablo, esa noche…
PABLO Esa noche, la noche en que Cristo iba a ser entregado, tomó pan y lo partió diciendo: Esto es mi cuerpo…
MARÍA Pare, pare, don Pablo, ¿de qué alforja se saca usted eso?
PABLO Ya le he dicho que del Señor lo recibí.
MARÍA ¿Lo recibió en un sueño, como Jacob cuando vio aquella escalera?
PABLO Déjeme terminar, mujer… Después del pan, el Señor tomó la copa de vino y dijo: Ésta es la sangre de la nueva alianza. Hagan esto en memoria mía. Ésas fueron las palabras de Jesucristo. Santas palabras. Y por eso yo advertí en mi carta: El que come el pan o bebe el vino indignamente peca contra el cuerpo y la sangre del Señor.
MARÍA ¡Terco es nada! ¡Usted está totalmente ofuscado!… ¿Comer el cuerpo de Jesús, beber su sangre?... Usted dice esa locura y yo digo lo que vimos y escuchamos todos aquella noche. Lo recuerdo bien clarito. Yo preparé las yerbas amargas de la cena con su madre María y con Marta, la de Betania. Entre todas las mujeres amasamos los panes sin levadura, entre todas cocinamos el cordero para celebrar aquella Pascua. Yo estaba allí aquella noche... ¡A saber por dónde andaba usted!
PABLO Óigame, María Magdalena, cada quien en su misión: usted cocinó lo que el Señor comió. Acepto. Y yo escribí lo que me fue transmitido por el Señor. Dígame qué tiene que ver un cordero asado con aquellas palabras santas.
MARÍA ¿Cómo que qué tiene que ver? ¡Que Jesús comió el cordero que yo cociné, pero no dijo nada de lo que usted dice que dijo!
PERIODISTA Interrumpo para esta necesaria aclaración cultural. Comer carne humana es... no sé cómo decirle... es una costumbre bárbara, como de caníbales... ¿Eso fue lo que enseñó Jesús?
PABLO Estamos, señor periodista, ante un misterio grande, tal vez el mayor de todos. Esa noche, el Señor sabía que había llegado la plenitud de los tiempos, que su cuerpo sería entregado en sacrificio propiciatorio por nuestros pecados, sabía él que su sangre sellaría la nueva alianza… Quería que para siempre y en su memoria comiéramos y bebiéramos su cuerpo y su sangre…
MARÍA ¡Y dale vuelta a la noria! Esa noche, Jesús estaba preocupado, Judas estaba muy extraño, todos estábamos nerviosos, ya había pasado el alboroto en el Templo cuando Jesús sacó a latigazos a los cambistas… Todos olíamos el peligro. Aquella noche lo que Jesús nos dijo es que hiciéramos una alianza, que si él faltaba, que si a él le pasaba algo, siguiéramos luchando por el Reino de Dios y nos mantuviéramos siempre unidos… Todavía lo estoy oyendo…
JESÚS Las espigas estaban dispersas por las colinas y los montes y se unieron para hacer esta masa. Nosotros debemos estar unidos, así, igual que se unieron estos granos… Durante muchos meses hemos anunciado la buena noticia de que Dios está de nuestra parte, de que Dios nos escogió a nosotros, los pobres de este mundo, para darnos su Reino, a nosotros que hemos amasado con sudor y con lágrimas este pan. Durante muchos meses hemos luchado para que las cosas cambien, para que el pan llegue a todos. Puede que ésta sea la última vez que comemos juntos… Está bien, no importa. ¡Pongo mi suerte en las manos de Dios y pongo mi vida en este pan! Acuérdense de mí cuando se reúnan para compartirlo. Cuando lo hagan, yo siempre estaré con usted es.
MARÍA Compartimos el pan y pasamos de mano en mano la copa de vino para brindar juntos por el Reino de Dios… Bebimos vino, don Pablo, ¡vino!… ¿Usted es judío, verdad? ¿Usted no sabe que es prohibido beber la sangre de los animales? ¡Mucho menos la de una persona! ¡Cómo se le ocurrió escribir algo tan horroroso! ¡Y dice que se lo transmitieron!
PABLO Mujer, sin sangre no hay redención… ¡En él y por su sangre, que se derramó sobre nosotros, fuimos rescatados y se nos dio el perdón de los pecados.
PERIODISTA Tenemos una llamada… Adelante, amigo…
NIVIO Soy Nivio López, experto en culturas del mundo antiguo. Quiero responder a la pregunta que hacía María Magdalena: ¿cómo se le ocurrió a Pablo decir que Jesús quería que comieran su carne y bebieran su sangre? Seguramente, por influencia de las religiones mistéricas que eran tan populares en aquel tiempo. Esas religiones tenían ritos sangrientos y Pablo los conoció en sus viajes.
PERIODISTA ¿Qué tipo de ritos?
NIVIO Por ejemplo, en la religión de Mitra y en la de otros dioses, la ceremonia de unirse a la divinidad comiendo la carne y bebiendo la sangre de un animal sacrificado se vivía como un misterio de salvación.
PERIODISTA Tenemos otra llamada... ¿Aló?
HOMBRE No me importa lo que diga ese experto o lo que sea, Las palabras de Cristo en la última cena, tal como las escribió Pablo, las copiaron i-gua-li-tas en los evangelios Mateo, Marcos y Lucas… ¿Por qué las repetirían, ah? ¿Por qué? ¡Porque son auténticas, las que Jesucristo pronunció esa noche! Y Juan en su evangelio vuelve y repite: si no comemos su carne y bebemos su sangre no tendremos vida eterna.
PERIODISTA Muchas gracias, amigo oyente.
MARÍA No le dé las gracias, ese señor tampoco estuvo ahí, tampoco sabe… ¡Jesús nunca dijo eso!
PERIODISTA Tranquila, María Magdalena, ahora es usted la exaltada… Tenemos otra llamada… ¿Aló?...
CASTILLO Soy José María Castillo... Gracias por darme de nuevo la oportunidad…
PERIODISTA Bienvenido, Castillo. Ya lo estábamos extrañando...
PABLO Lo extrañará usted, porque a mí no me simpatiza...
CASTILLO Quiero recordarle a la audiencia el punto más importante para entender la contradicción que estamos viendo entre lo que Pablo escribió y lo que María Magdalena presenció…
PABLO ¿Y cuál es esa contradicción, si puede saberse, usted que sabe tanto?
CASTILLO Que los primeros escritos que se empezaron a difundir en la iglesia naciente no fueron los evangelios, sino sus cartas, Pablo. Durante 30, quizá 40 años, el cristianismo se extendió por el imperio romano sin tener ni idea de Jesús, ni de su vida, ni de su historia….
MARÍA ¿Así que usted empezó a escribir antes que todos los demás?
PABLO Gracias doy a mi Señor que me llamó a la misión de evangelizar a los gentiles.
CASTILLO Sí, pero las primeras comunidades aprendieron sus creencias no según las enseñanzas de Jesús en los evangelios, sino según las enseñanzas que usted, Pablo, imponía en sus cartas y visitas.
PABLO ¿Y cuál es el problema, “super teólogo” Castillo?
CASTILLO Un hecho realmente sorprendente: la iglesia de Jesús empezó a vivir y a organizarse sin conocer a Jesús.
PERIODISTA Otra llamada... Las líneas están a reventar... ¿Aló?
CUBANA Mira, chico, yo no soy teóloga ni nada de eso. Pero yo tengo mi nuevo testamento. Yo lo abro y me encuentro con los cuatro evangelios todos seguiditos, ¿verdad? Y luego vienen las cartas de Pablo. Entonces, yo siempre pensé que Pablo tomó apunte de los evangelios. ¿Y ahora resulta que es al revés?
PERIODISTA Eso es precisamente lo que explica Castillo, señora.
CUBANA Entonces, si yo entiendo bien, lo que Pablo escribió de la última cena no lo sacó de los evangelios, sino que los evangelios lo sacaron de Pablo. ¿Así es la cosa?
PERIODISTA Parece que sí...
CUBANA Entonces, si yo entiendo bien, esas palabras mágicas de la misa, esas palabras que dicen tan solemnes y hasta bajito los curas, se las inventó Pablo porque la Magdalena nunca las oyó... ¡Cosa más grande, chico!
PERIODISTA Ya les anuncié que éste sería un programa polémico… Y ahora, Elena Martínez desde la comunidad de Ñu Guazú, Asunción, nos pide pase…
ELENA Sí, Juan Luis, una señora de la comunidad está muy inquieta y le quema la lengua por preguntarle algo a María Magdalena…
PERIODISTA Adelante, sólo le pido brevedad a la señora porque el tiempo manda y tenemos otros compromisos…
ANCIANA Mire, lo que yo quiero es que María Magdalena me diga francamente la verdad.
MARÍA ¿Cuál verdad quiere de mí?
ANCIANA Quiero que me diga si ella cree o no que en el pan y en el vino está vivo Jesucristo, aquel Jesucristo que ella amó tanto… ¿Está él ahí presente, está ahí su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad?
MARÍA Amar sí, lo amé mucho… Pero él no está ahí. Yo no creo en eso que escribió don Pablo.
ANCIANA ¿Y en qué cree, entonces, usted?
MARÍA Yo lo que creo es que Jesús está donde la gente se reúne en su nombre para compartir... para luchar... para que las cosas cambien y llegue pronto el Reino de Dios.
PABLO Sí, pero, esto no puede quedar así, porque...
PERIODISTA Ya el apóstol Pablo está pidiendo la palabra para opinar en contra. Pero el tiempo se nos acaba. Nos encuentran en la web y en las redes sociales: www.emisoraslatinas.net ¡Hasta la próxima! Y recuerden: quien tiene preguntas, piensa; quien sólo tiene respuestas, obedece. Estuvo con ustedes, Juan Luis.