Y sin embargo, aquel día, cuando le dieron la noticia, Inocencio se consideró el hombre más feliz del mundo...
CHENCHO Al que madruga... Dios lo ayuda...
Inocencio García, gordo, calvo y bigotón, se levantó como todas las mañanas. Para gran sorpresa suya, su mujer le tenía preparado el desayuno...
CHENCHO ¿Qué te pasa, estás enferma?... ¿Hoy es mi cumpleaños?
MUJER ¿Por qué dices eso, Chencho?
CHENCHO Desde que nos casamos, es la primera vez que tengo el café a tiempo.
MUJER Ay, no sé, Chencho, hoy me siento tan... tan contenta, como si algo muy bueno fuera a sucedernos. El corazón me dice que...
CHENCHO Tú y tus fantasías.
Pero no era fantasía la camisa que se puso Chencho...
CHENCHO Caramba, tiene todos los botones... ¡esto es un milagro!
Tampoco era fantasía la mariposa blanca que vio posada en el carrito de los helados... La buena suerte venía corriendo hacia Inocencio García, el heladero...
MUCHACHO ¡Inocencio García! ¡Inocencio García!
CHENCHO ¿Qué pasa?
MUCHACHO ¿Usted es Inocencio García?
CHENCHO Hasta ahora, sí.
MUCHACHO ¿El vendedor de helados?
CHENCHO ¿De qué lo quieres, de vainilla?
MUCHACHO ¡Felicidades, señor! ¡Felicidades! Y recuerde que yo fui el que le di la noticia, ¿eh? No se vaya a olvidar de mí, ¿eh?
CHENCHO Pero, ¿qué noticia, muchacho? Toma resuello y habla.
MUCHACHO ¡Se sacó la lotería! ¡Inocencio García se sacó la lotería!
CHENCHO ¿Qué dices?
MUCHACHO ¡La lotería, señor Inocencio, el premio gordo enterito!
CHENCHO ¿Será posible? ¡Mujer, oye esto! ¡Mujer!
MUJER ¡Te lo dije, Chenchito, te lo dije! ¡El corazón no habla, pero adivina! ¡Ay, dios bendito, virgen de los desamparados, al fin te acordaste de nosotros!
Sí, no era un sueño ni fantasía. Inocencio García, un pobre vendedor de helados, se había ganado un millón de dólares contantes y sonantes. En el barrio de Chencho se armó el alboroto. Todos vinieron a felicitarlo y a recordarle que eran sus amigos...
VECINO Compadre Chencho, ya sabe, estuve con usted a las duras y ahora debo estar a las maduras...
OTRO Oiga, Chencho, ¿no se acuerda de mí? Soy el nieto de la prima de su tía...
MUJER Ay, no molesten más y dejen quieto a mi marido...
VECINO Bueno, Chencho, y ahora hablando en confianza... ¿qué piensas hacer con ese dineral?
CHENCHO Pues no sé todavía, vecino. Ha sido tan grande el susto... que hasta hipo me ha dado.
VECINO Tienes que comenzar una nueva vida, Inocencio. Yo te aconsejo que compres un terrenito, una casita, y a vivir tranquilo.
CHENCHO Demasiado tranquilo he vivido toda la vida, vecino. No he hecho otra cosa que empujar ese carrito. Ahora quieto, no sé, hacer algo... correr aventuras.
VECINO ¡Qué aventuras! Pon un negocio. Una heladería.
CHENCHO De vender helados ya me cansé.
BORRACHO Pues guarda el dinero... Mételo en el colchón y así tenemos para ir a la cantina todas las noches... ¡Salud!
VECINO En el colchón, no. Pero meta ese dinero en un banco, hombre. Ese es el mejor negocio de todos.
CHENCHO ¿Cómo en un banco? ¿Para qué?
VECINO Para que le dé intereses.
CHENCHO ¿Qué intereses?
VECINO Caramba, Chencho, no me diga que usted no conoce cómo funciona un banco.
CHENCHO El único banco que yo conozco es el del parque. Que mi mujer y yo lo tenemos gastado de tanto sentarnos ahí los domingos.
VECINO Mire, Chencho, en un banco usted mete su dinero, ¿verdad? Mete 100 pesos, digamos. Los ahorra ahí. Y al cabo de un año, va y los busca y ya tiene 110. Es decir, 10 por cada 100, el 10 por ciento. Esos son los intereses.
CHENCHO Ajalá, pues yo no sabía que el dinero tenía hijos.
VECINO La vaca cría el ternero. Y el dinero cría dinero.
CHENCHO No entiendo, vecino. Si yo meto 100 y después me dan 110... entonces, el dueño del banco sale perdiendo esa plata que me da de más...
VECINO Ah, compadre, usted vive en la luna. Con razón es Inocencio. Los dueños de los bancos, los banqueros, no pierden. Ganan. Y muchísimo. Esos son los tipos que más dinero manejan y más dinero se embolsillan.
CHENCHO Pero, ¿de dónde saca esa gente los 10 pesos que después me dan a mí?
VECINO Pues de darle antes los 100 que usted metió en el banco a otra gente.
CHENCHO ¿A qué gente?
VECINO A los que necesitan pedir prestado. El dinero que usted ahorra en el banco, ellos lo prestan con un interés más alto.
CHENCHO Disculpe, vecino, yo soy un vendedor de helados...
VECINO Escuche: usted les da cien pesos. Ahorra cien pesos. El banquero le ofrece 110. Pero antes de dárselos, el banquero le presta los 100 suyos a otro. Y a ese otro le cobra por prestárselos, vamos a decir, 120. El otro paga después los 120 pesos. A usted le pagan los 110. Y el banquero se queda con 10 pesos de diferencia. Dinero mansito, sin trabajar mucho.
CHENCHO Ahora lo agarré. Esa gente tiene la mollera bien puesta, ¿eh, vecino?
VECINO Un banco vive de los ahorros y de los créditos. Recoge con una mano y presta con la otra. Y eso, sin hablar de las inversiones.
CHENCHO ¿Qué inversiones?
VECINO ¿Pero en qué mundo vive usted, Chencho? Si el banquero tiene mucho dinero en el banco, pongamos por caso que tiene un millón de dólares de la gente que ha ido ahorrando ahí, pues el tipo opera.
CHENCHO ¿Cómo que opera?
VECINO Opera, invierte, compra un terreno a cuatro, lo vende a ocho, compra una casa de apartamentos, la alquila, trasiega con el dinero ajeno para sacarle buena tajada. Los banqueros hacen lo que les da la gana en el mundo. Tienen dinero, mucho... y por la plata baila el perro, usted sabe.
CHENCHO Vecino, ¿y... y todo ese cambalache está permitido?
VECINO ¡Cómo no, compadre! Hay licencias, hay permisos... Todo eso está autorizado. Eso es lo que se llama la «libertad financiera».
CHENCHO Interesante, interesante...
VECINO ¿Entonces, qué, Chencho? ¿Se decide a meter su dinero en el banco?
CHENCHO No, vecino querido. ¡Me decido a... a poner yo mismo un banco! Y no precisamente en el parque.
Y así fue como Inocencio García se decidió a pasar de heladero a banquero. Chencho iba a entrar en el gran mundo de las finanzas.
MUJER Pero, Chencho, ¿tú crees que esto salga bien?
CHENCHO Ya salió lo más difícil, que era ganarnos la lotería. Ahora todo vendrá sobre ruedas. Tenemos el dinero para arrancar. «El capital inicial», como dicen ellos.
MUJER Pero, Chencho...
CHENCHO Confía en mí, mujer. Confía en Chencho. Ahí está: «En Chencho García, todo el mundo confía». Acuérdate para la propaganda.
MUJER Es muy arriesgado, Chencho.
CHENCHO Quien no cae no se levanta. Así decía mi abuelo.
MUJER Tu abuelo se cayó en una alcantarilla y todavía lo están buscando.
CHENCHO Anímate, mujer. ¿No dicen que es el mejor negocio? Pues ¡para adelante! Tú serás la cajera del banco. Ya estás «en nómina»... Jajay, esto va a salir bien. Tengo la corazonada.
MUJER ¿Y dónde vamos a poner el banco, Chencho?
CHENCHO Eso es lo que me preocupa. Aquí en el barrio todos son unos muertos de hambre. Aquí todos van a «sacar» y nadie va a «meter». Aquí no ahorra ni el alcalde. Y entonces, ¿yo con qué «opero»?
MUJER ¿Y dónde, en la capital?
CHENCHO Podría ser. Pero este país es un patio. Todo el mundo me conoce. Yo le he vendido helados hasta a la hija del presidente.
MUJER ¿Y entonces...?
CHENCHO «Después de estudiar la situación financiera»... se me ha iluminado el coco. ¿Sabes qué vamos a hacer? Irnos al extranjero. Ponemos el banco fuera.
MUJER Pero, Chencho, ¿estás loco?
CHENCHO Ninguna locura. Afuera nadie me conoce. Confiarán más en mí. Vendrán a mi banco con sus ahorros. Y yo agarro por aquí, y presto por allá, invierto aquí, convierto allá... ¡opero!
MUJER Estás chiflado, Chencho García. Si nos vamos fuera, ¿quién mantiene a mi mamá, y a mi abuela, y a la tuya, y a la sobrina que?...
CHENCHO Tranquila, mujer, tranquila. Ya les enviaremos dinero. Y no serán tres pesitos de helados, sino mucho, muchísimo dinero. Les mandaremos «los beneficios del capital invertido» desde allá.
MUJER ¿Y dónde es «allá»...?
CHENCHO En Nueva York, claro. ¿Dónde está el gran dinero del mundo? En «Niu Yor». ¡Pues le metemos nuestro banco en el mismo mondongo de los Estados Unidos!
MUJER ¡Pero, Chencho...!
CHENCHO Deja los peros para después. Prepara la maleta. Ah, y cómprate un diccionario de ésos para ver si aprendo inglés en 10 días... «moni, moni, guan cigarret»...!
Inocencio García no tuvo problemas en conseguir la visa para viajar a los Estados Unidos. La embajada norteamericana, cuando supo el respaldo económico que tenía, se la dio inmediatamente...
GRINGO ¿Y a dónde piensa ir con tanta plata, míster García? ¿A Disneylandia?
CHENCHO ¿Ves, mujer? ¡Me llama míster!... Pues no, pensamos ir a «Niu Yom»... ¡Manjatan, Manjatan!
GRINGO Nos alegramos. Que lo pase muy bien, mister García. Me saluda a la Estatua de la Libertad.
Inocencio García y su mujer llegaron a Nueva York. Con el dinero de la lotería alquilaron un local, compraron mesas, máquinas, talonarios, una caja fuerte...
MUJER ¿Y cómo se va a llamar el banco, Chencho?
CHENCHO ¿Qué nombre mejor que el mío? «Banco de Chencho García, abierto de noche y abierto de día»... ¿Te parece bien?
MUJER Suena bonito.
CHENCHO Sí, me gusta. ¿Por qué no? Aquí está un latinoamericano honrado que viene a correr la misma suerte que sus socios los banqueros de Estados Unidos. Tienes que comprarme una corbata, mujer.
MUJER ¿Una corbata?
CHENCHO ¿Cuándo has visto tú a un banquero sin combata?
MUJER ¿Y qué más necesitamos, Chencho?
CHENCHO Nada más. Todo está listo. Ahora sólo faltan los clientes.
Tal vez por el nuevo nombre, tal vez por la buena estrella que acompañaba a Inocencio García, los clientes comenzaron a llegar desde el primer día...
CHENCHO Ya van llegando, mujer... ¿No oyes? Funcionó la propaganda en la esquina...
VIEJA Good morning, boy...
CHENCHO Claro que voy. «Gud mornín», señora. Adelante, adelante...
VIEJA Gracias, gracias, mijito.
CHENCHO ¿Usted es americana, señora?
VIEJA Claro que sí, mijito. Pero estuve casada con un portorriqueño. Y algo se me pagó de la manera de hablar de ustedes.
CHENCHO ¡Ve qué bien! ¿Y en qué podemos ayudarla, señora?
VIEJA Pues, mijito, yo tengo unos ahorritos guardados bajo el colchón desde hace unos años. Y ahora quiero meterlos en el banco.
CHENCHO Buena decisión, abuela. No confíe en los colchones.
VIEJA ¿Y cuánto me dan por mis ahorros?
CHENCHO Bueno, si usted abre una cuenta podemos darle... el 10 por ciento. Un buen interés, ¿no le parece?
VIEJA Yo no entiendo mucho de números, hijo. Pero usted me da confianza. Sus bigotes me recuerdan a los de mi difunto marido. Me parece estar viéndolo a él. Tenía una corbata igual que la suya... el día que murió.
CHENCHO Deje eso, señora, y acompáñeme... Pase por acá... La señorita la va a atender... ¡Mujer, ahí va el primer cliente...!
Y siguieron llegando nuevos clientes...
GRINGO Good morning, sir...
CHENCHO «Gud mornín», señor. Si quiere, hablamos en inglés.
GRINGO Oh, es lo mismo. El dinero no tiene idioma.
CHENCHO ¿En qué podemos servirle, señor?
Y al cabo de todo un día de intenso trabajo...
CHENCHO ¡Chencho García, abierto de noche y abierto de día!... ¿Ves, mujer incrédula? En la vida, todo es cuestión de decidirse. De lanzarse al agua.
MUJER Para ser el primer día, hemos tenido mucho movimiento: 7 cuentas de ahorros abiertas, 5 créditos... El negocio funciona, Chenchito.
CHENCHO Creo que vamos a cerrar ya. Son casi las doce de la noche. Y mañana hay que abrir temprano...
MUJER ¡Llaman a la puerta...! ¿Y quién será a estas horas...?
CHENCHO Bueno, tenemos que ser fieles a la propaganda. Chencho García, abierto de noche y abierto...
POLICIA ¡Policía!
CHENCHO ¿Cómo dice?
POLICIA Policía. Policía del Estado de New York. Documentación, please.
CHENCHO ¿Mi pasaporte? Ah, sí, mujer, trae los papeles... ¿Pasa algo, señor policía?
POLICIA ¡Jum! Latino, ¿verdad?
CHENCHO Sí, señor, latinoamericano. Ustedes en el norte. Nosotros en el sur. Pero una misma América para todos.
POLICIA Este banco es ilegal.
MUJER ¿Cómo que ilegal? Todos los papeles están en regla, señor. Residencia, licencia... Vea, vea, compruebe...
POLICIA ¿Qué hace usted en este banco, señor García?
CHENCHO Lo que hacen todos los bancos: presto dinero, guardo los ahorros.
POLICIA Los ahorros del pueblo norteamericano...
CHENCHO ¿Y de quién van a ser, si estamos en Norteamérica?
POLICIA ¡Qué simpático! ¿Y qué piensa hacer después con el dinero guardado?
CHENCHO Lo que hacen todos los bancos: invertir, comprar, vender, operar...
POLICIA ...y repatriar capital.
CHENCHO ¿Repaqué?
POLICIA Repatriar. Mandar el dinero a su país.
CHENCHO Por supuesto. Tenemos allá la familia y...
POLICIA Acompáñeme.
CHENCHO ¿A dónde lo...?
POLICIA Usted está preso, señor García. Y usted también, señora. Es cómplice del crimen.
CHENCHO ¿Pero, de qué crimen me está hablando usted, caramba?
POLICIA Un crimen contra la soberanía de los Estados Unidos de Norteamérica.
MUJER ¡Ay, Dios bendito, Virgen de los desamparados...!
POLICIA Eso mismo. Encomiéndese a todos los santos, porque su caso es grave, gravísimo.
PERIODISTA ¡Escándalo en Nueva York! Un ciudadano latinoamericano de 40 años, conocido como Inocencio García, pretendió instalar un banco en la calle 38 de la ciudad de los rascacielos. Su propósito era canalizar capitales norteamericanos hacia su país de origen, delito éste penado por las leyes federales. El fiscal ha pedido diez años de cárcel para el detenido, mientras los miembros del jurado están aún deliberando la sentencia.
JUEZ Señores míos, nunca en la historia de los Estados Unidos se vio nada semejante. Aquí han emigrado drogadictos, borrachos y violadores. Pero este crimen es todavía mayor. Porque un asesino mata a dos o tres. Pero elementos como el señor García acabarían matando la nación entera.
OTRO JUEZ Estoy muy de acuerdo con usted. ¿Qué ocurriría si nuestros ciudadanos empezaran a poner sus ahorros en manos extranjeras? ¡Es intolerable!
JUEZ Toda la ciudad comenta el caso. Apliquemos un castigo ejemplar. El fiscal ha pedido diez años de prisión.
OTRO JUEZ ¿Diez años solamente? Y al salir de la cárcel, ¿qué se le ocurrirá hacer a ese García? ¿Ponerse de candidato a la Casa Blanca? ¡No, señores, la mala hierba se arranca de raíz!
JUEZ Señor García, ¿jura usted decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad?
CHENCHO Yo no he hecho nada malo, señor juez. Por mi parte que aquí hay una equivocación. Mire, yo tengo un dinero que me gané en la lotería de mi país. Vine aquí legalmente, trabajé legalmente, puse un banco legalmente...
JUEZ ...Y legalmente repatrió el dinero de nuestros ciudadanos hacia América Latina.
CHENCHO En realidad, yo no he enviado nada todavía a mi familia, pero...
JUEZ Pero ya tiene en su mano el cuerpo del delito.
CHENCHO ¿Qué cuerpo?
JUEZ El dinero ahorrado con tanto sudor por los trabajadores norteamericanos. ¿Usted no sabe que hacer eso está terminantemente prohibido por las leyes de Estados Unidos?
CHENCHO Señor juez, la libertad financiera dice que...
JUEZ Libertad financiera habrá en sus países. Pero aquí no.
CHENCHO Pero, según la libertad financiera...
JUEZ Señor García, los banqueros somos nosotros, ¿entiende? Esas son las reglas del juego.
CHENCHO ¿Y qué puedo hacer yo con mi millón de dólares?
JUEZ Métalo en nuestros bancos. Le daremos un buen interés. O si prefiere, ponga una heladería. Personalmente, me gusta la vainilla.
CHENCHO No entiendo, señor juez, en mi banco yo...
JUEZ Señor mío, usted va a sentarse ahora en otro banco. Esta Corte de Justicia condena al acusado Inocencio García a la silla eléctrica. ¡Y con 5 mil voltios!
Llevaron a Inocencio García, alias Chencho, a la silla eléctrica. Le amarraron cables a las muñecas y a los tobillos. Antes de acabar su triste vida, se le oyó decir un juramento que los policías norteamericanos no pudieron comprender:
CHENCHO ¡Hijos de puta!
VECINA ¡Pobre Chencho!... ¡Qué calamidad tan grande le vino encima! Ya le había tomado yo cariño al gordito ése...
COMPADRE No llore sólo por Chencho, señora. ¡Llore por todos nosotros, los latinoamericanos, que si no somos bobos, lo parecemos! Porque ellos sí vienen aquí a poner sus bancos, y a llevarse nuestro dinero hacia los Estados Unidos, y hacia Canadá, y hacia Inglaterra y Suiza, y hacia España y hacia Francia. Se llaman «Chase Manhattan Bank» y «National City Bank» y «Bank of America»... Tanto y en tantos idiomas... Y nadie los mete presos ni los lleva a la silla eléctrica. Al contrario, van de banquete en banquete y tienen alfileres de oro en sus corbatas.
VECINA La ley del embudo: lo ancho para ellos, lo estrecho para uno.
ABUELO Muy bien. Pues, ¿sabe qué voy a hacer yo? Sacar mi dinero de esos bancos.
VECINA ¿Anjá? ¿Con que también usted tiene sus ahorritos y no me lo había dicho?
ABUELO ¡Ay, señora, con mis ahorros no compra usted ni una licuadora...! Pero esos cuatro pesos viejos que tengo, los voy a sacar del banco gringo y los meto en uno nacional.
COMPADRE ¿Y está seguro que será nacional? No se fíe. Los bancos extranjeros «operan» con nuestra plata. Y una de las «operaciones» que hacen es comprar los mismos bancos nacionales. Le dejan el nombrecito que tenían antes «Banco de Comercio», «Banco Continental», «Banco del Pacífico y del Atlántico»... pero son también extranjeros.
ABUELO Por lo que veo, esos señores lo tienen todo: las industrias, las compañías, los bancos, el dinero de ellos y el dinero de nosotros... Nos tienen agarrado por los... ¡por las narices!
COMPADRE Sí, el dinero de América se va, se fuga a través de los bancos. La fuga de capitales es tan grande que en 1985 llegaba ya a 160 mil millones de dólares. ¡160 mil millones, óiga eso! Una montaña de dinero. Y en esa montaña se va el ahorro, las ganancias, el sudor de nuestros millones de trabajadores.
VECINA Ni modo. Estamos fritos.
COMPADRE Y eso es lo que se sabe. El dinero que se fuga con trampas y trapisondas y nadie se entera... esa es otra montaña mayor aún.
ABUELO Pues yo digo que sí todos los ahorrantes nos unimos y retiramos nuestro dinero de esos bancos abusivos...
VECINA Señor, eso lo hace usted que tiene moral. Y lo hace su vecino. Pero, ¿usted cree que los peces gordos, los empresarios, los politicones, van a hacerlo? ¡Qué va! Esos sacadólares ponen su dinero en manos extranjeras! Y si después, el país no tiene dinero para escuelas ni para nada, ¡que se hunda!
ABUELO Pero sí todos nos uniéramos...
CHENCHO No sea inocente, señor. Yo lo fui demasiado.
ABUELO ¿Eh, quién habla ahí?
CHENCHO Inocencio García, desde el más allá.
VECINA ¡Chenchói
CHENCHO Inocencio García, desde el más allá.
VECINA ¡Chencho!
CHENCHO Desde acá arriba las cosas se ven claras, clarísimas.
VECINA ¿Y cuál le parece a usted, don Chencho, que sea la solución a todos estos problemas?
CHENCHO Eso se arregla con otro banco.
VECINA ¿Con qué banco, Chencho?
CHENCHO ¡Con que van-co-mandantes para allá para operar de otra manera!